El derbi gallego se decide a favor del Celta (0-2)
Riazor encaja un golpe duro. El Celta, fue esta noche mejor. El equipo vigués creció y maduró hasta hacerse con un derbi que pudo acabar en empate. Cuando se despejó la bruma del torbellino blanquiazul, se vio que al Dépor le sobraban corazón y espacios, pero le faltaba fútbol e ideas hacia adelante y hacia atrás. Y ahí al Celta se le abrieron las aguas. Su fútbol, apoyado en Krohn-Dehli, hizo el resto.
.
El Dépor empezó arrollador. Visceral, como se juegan un derbi. La intensidad era insostenible. Lucas, activo. Borges yÁlex multiplicándose. Buenas intenciones y muchos centros al área, pero no tuvo grandes ocasiones. El centro de Borges llegó manso y raso al corazón del área para Cavaleiro que de tanto ajustar la echó fuera. Ese fue el guión de los primeros veinte minutos y, aunque no hubiese marcado, el Dépor debía sentirse afortunado. Un error de juvenil de Lopo en una pérdida le obligó a hacerle una falta a Charles cuando podía se iba hacia Fabricio. Fue amarilla, no habría motivos para muchas quejas si hubiese sido una roja. Gracias Pérez Montero. Vida extra.
Con distinta suerte, el Celta siempre apostó por la pelota. En los primeros minutos esa idea pudo ser un suicidio. El Dépor le ahogaba. Los celestes estaban erráticos, pero los blanquiazules se mostraban al mismo nivel en el aprovechamiento de las superioridades. Entonces el Dépor empezó a bajar el pistón y el Celta se hizo con el partido. Krohn-Dehli fue entonces el dueño y en pocos momentos del duelo dejó de serlo. Él era el surtidor con Augusto y Radoja de escuderos. Cada jugada lanzada de Nolito yOrellana era seguida con el corazón en un puño. Al Dépor le quedaba resistir mientras asomaba aquel equipo de hace un mes. Descosido, que no sabía correr para atrás ni armarse. Lo mejor era que seguía vivo. El 0-0 parecía una bendición, no tardaría en demostrarse.
El equipo coruñés terminó de cavarse su propia tumba con una indecisión entre Luisinho y Fabricio. La pifia queda en el debe del portugués que habilitó a un Larrivey que ya no se acordaba de su último gol. Partido muerto.
Escribe tu comentario