V Centenario de la Reforma Protestante

José Luis Fernández Díaz
Colaborador

Nacido en Ourense en 1967. Estudou Maxisterio por Ciencias,especialista en Música. 

Licenciado en Ciencias Matemáticas especialidade de Estadística e Investigación Operativa na UNED.

Postgrado de Experto Universitario en Modelización de Riscos en Entidades Financieiras. 

Escrebo en varios diarios de Galiza, nalgúns co pseudónimo de José Luis Fernández Carnicero.

Mestre de Educación Musical no C.E.I.P. Calvo Sotelo (Carballiño).

Membro da Sociedade cultural: O Liceo de Ourense.

Membro do Consello Escolar de Galiza e do Consello Escolar Municipal de Ourense.

Mientras muchos, en España, se preocupan en dilucidar si la Reforma protestante fue un hecho histórico o una rebelión contra el poder religioso del momento, en el resto de Europa siguen dando gracias a Lutero porque el 31 de octubre de 1517 clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del palacio de Wittenberg. Ese día comenzaba la Reforma. 


Según Lutero, la Iglesia de Roma no quiso volver a los orígenes del Cristianismo, y el mensaje de Jesús estaba devaluado por la tradición, las indulgencias y el poder de la Iglesia. La Reforma trajo la Biblia al pueblo. Cada uno podía leer el mensaje del Evangelio, en su lengua natal, y por ese motivo, todo acabó en una ruptura sin precedentes. Durante siglos, España estuvo alimentada de una cultura contrarreformista, a pesar de numerosos intentos de penetración protestante en diferentes momentos. Además de la contundencia del Tribunal del Santo Oficio, existen otras causas más veraces, (según el Dr. Werner Thomas de la Universidad de Lovaina), como es el desarrollo del modelo sociopolítico heredado desde la época de los Reyes Católicos. Los valores sociales y religiosos que comenzaron en la Reconquista, educaron de tal modo a la población que crearon una sociedad antagónica a cualquier atisbo heterodoxo. La Reforma en España estaba condenada al fracaso.


Un hecho constatable es que la Biblia estuvo prohibida en España demasiado tiempo. Mientras Lutero asentaba la lengua alemana con la traducción de la Biblia a ese idioma, en nuestro país, Casiodoro de Reina en 1569, tenía que escapar a Suiza para publicar “la Biblia del Oso” en castellano. El pueblo, al no poder pensar por si mismo, aceptaba lo que le decían que tenía que creer, robándole su espiritualidad y conformándola a una religión. En este sentido el protestantismo es todo lo contrario. La llamada “libre interpretación”, surge de la libertad de acercarse a la Biblia y aceptar el mensaje del Evangelio. Los protestantes encuentran en el texto sagrado, que nada pueden hacer para alcanzar la salvación de Dios. Es por gracia. Por eso citan a menudo el texto de Isaías 64:6 “ si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia…”


Cuando la libertad religiosa llega a España en 1868, el avance en el resto de los países de la Reforma era abismal. Para leer la Biblia se crearon escuelas y los países se alfabetizaron. Surgió la literatura, la pintura, la escultura o la música, impregnada de una cultura bíblica que no se conocía. Esto se trasladó a las empresas y a un desarrollo económico y social de grandes dimensiones. Todavía a día de hoy nos sorprendemos, cuando en algunos países de la Reforma, su forma de ser, les impide coger un periódico y no dejar el importe voluntariamente. Todo eso es una pequeña muestra de algo mucho más grande que caracteriza a un país, que no se goza en la picaresca, al estar seguros de que “… la raíz de los justos dará fruto”( Proverbios 12:12).


Cuando en Galicia se estableció el protestantismo en Coruña (1875), o en Marín (1882) los misioneros ingleses crearon escuelas mixtas donde se enseñaba además de la Biblia, otras materias como matemáticas, geografía o lengua. Gozaban de muchos recursos didácticos como la linterna mágica o el franelógrafo, además de láminas y mapas didácticos. La ayuda sanitaria fue muy importante y algunos eran conocidos por “sacamuelas”, otros cuidaban enfermos y atendían a los más desfavorecidos. En la época estival, crearon toda una red de campamentos de verano, donde se realizaban estudios bíblicos; del mismo modo que hacían cada domingo en las escuelas dominicales. Se potenciaba el canto, el teatro y la poesía. Era habitual ver a niños de tres años dando su poesía ante toda la congregación. Avanzando en el tiempo y llegando a los años 50, veterinarios, farmacéuticos y empresarios de reconocido prestigio, todos ellos protestantes, dejaron una huella indeleble en la sociedad gallega.


Un hecho histórico que revolucionó todo el mundo cumple su V centenario. Las iglesias protestantes de nuestro país han solicitado un sello conmemorativo con la portada de la Biblia de Casiodoro de Reina, a la Comisión Filatélica del Estado; quizás haya llegado el momento de celebrar, que cada uno es libre para decidir, lo que debe o no debe creer. Quizás sea tiempo de volver a los principios de la Reforma:” Sola Scriptura, sola Fide, sola Gratia”. 

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