Galicia: el franquismo y la democracia

Manoel Barbeitos
Economista

MeiraspazoPazo de Meirás, en Sada.


Está demostrado sobradamente que el llamado franquismo -régimen presidido por Franco (1939-1975)- fue una de las dictaduras más crueles y sanguinarias del siglo XX. Un periodo que, como tal, debía haber sido ser desechado con rotundidad por todos los demócratas gallegos y españoles al tiempo que estos tendrían que impedir, por razones democráticas, cualquier intento ya no de repetirla, sino incluso de alabarla o glorificarla. Como sucede en Alemania con la dictadura nazi (Hitler), en Italia con el dictadura fascista (Mussolini) e incluso en Camboya con la dictadura de los jemeres rojos (Pol Pot). Dictaduras que, como la franquista, provocaron auténticos genocidios en sus respectivos países.


Desgraciadamente en Galicia, por caso, ese desecho no sucede y estos días tenemos una prueba más de lo señalado. Que la propiedad y el destino del Pazo de Meirás sea hoy objeto de controversia no es más que un terrible signo de como la democracia es aún muy endeble, muy deficitaria. Que ese inmueble, expropiado manu militari a sus auténticos dueños, aun siga siendo propiedad de la familia de uno de los dictadores más crueles y sanguinarios del siglo XX y, aun más, que sea administrado por una Fundación fascista ("Franco no fusiló a nadie ni dictó condenas a muerte") que lleva su nombre es muy muy mala señal para los demócratas gallegos que somos la inmensa mayoría.


Pero que todo eso suceda mientras los representantes del actual gobierno gallego, la Xunta de Galicia, buscan disculparse diciendo "que no tiene competencias para actuar" acentúa la gravedad y viene a confirmar lo anteriormente señalado sobre el déficit democrático en Galicia. Porque delante de esta respuesta de la Xunta de Galicia cabe preguntarse: ¿si el actual gobierno gallego (PP) no es quien de luchar políticamente contra el franquismo cabe calificarlo como un auténtico gobierno democrático, un gobierno dirigido por demócratas? ¿O lo que realmente sucede es que no quiere hacerlo por no molestar a muchas de sus bases y no remover su historia? ¿Cómo puede gobernar tranquilamente sabiendo que en Galicia aun hay numerosos iconos por todo el territorio gallego que legitiman y ensalzan la dictadura franquista y sus crímenes?


Porque el Pazo de Meirás no es más que el buque insignia de toda una insultante colección de iconos franquistas que aún permanecen en Galicia. Como tiene bien documentado la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica (CRMH) existen en Galicia demasiados símbolos de la dictadura franquista -calles con los nombres de destacados franquistas tales como General Mola, General Sanjurjo, Coronel Tejero, cruces y otros símbolos franquistas incluso en fachadas de iglesias y edificios públicos, retratos del dictador en despachos de representantes políticos locales que llegan a hacer ostentación de tal simbología...- como para no preguntarse cómo es posible que esto aun este sucediendo. ¿Cómo una democracia puede aceptarlo? ¿Cómo no actúa el gobierno gallego en la retirada definitiva de tal simbología?


Para cualquier ciudadano europeo (alemán, italiano, francés...) que no conozca la reciente historia de Galicia y España esto le parecerá inaudito. Pero tiene su explicación, que no justificación. Baste con recordar la historia política de Galicia desde que hay autonomía y como la mayor parte de este tiempo estuvo gobernada por un partido conservador (PP) que tiene una matriz claramente franquista. Porque si recordamos tanto los orígnenes como la filosofía política que defiende el Partido Popular (PP) seguramente entendamos sus reticencias, cuando no negativas claras, a condenar el franquismo y sus crímenes y a reparar la memoria de sus víctimas.


El Partido Popular fue creado en el año 1976, siendo sus fundadores toda una cuadrilla de ex ministros franquistas que jamás renegaron ni de su pasado ni de su ideología claramente fascistas. Basta hacer memoria y recordar el siniestro listado de políticos fundadores del Partido Popular (PP) para confirmar el carácter franquista del mismo: Manuel Fraga Iribarne, Gonzalo Fernández de la Mora, Laureano Lopez Ruedo, Cruz Martines Esteruelas, Licinio de la Fuente, Gregorio Lopez Bravo, Enrique Torres de Carranza.... son algunos de los nombres más famosos entre los fundadores de ese partido. Nombres que tenían en común tanto su pasado franquista (ex ministros) como su indiscutible adhesión la tal ideario fascista y la defensa de lo realizado por la dictadura de la que formaron parte. Con tales mimbres, ¿cómo se podía esperar que este partido (PP) asumiese los crímenes perpetrados por la dictadura franquista, recuperara la auténtica memoria histórica e hiciera justicia con las víctimas de aquella?


Para más injundia, en Galicia y durante 15 años (1990-2005) estuvo al frente de la Xunta de Galicia el citado Manuel Fraga Iribarne, fundador de tal partido (PP). Un político que había sido ministro de Franco -ocupó el Ministerio de Información y Turismo entre 1962 y 1969, periodo en el que tuvo lugar el fusilamiento de Julian Grimau (1963)- y del gobierno de Arias Navarro -Ministro del Interior y Vicepresidente del Gobierno durante cuyo mandato (1975-76) se produjeron los lamentables sucesos de Vitoria y Montejurra (1976) con muertes de civiles habidas por la acción de la policía y la guardia civil-. La presencia de Manuel Fraga, que nunca renegó de su pasado franquista y que siempre declaró su admiración y respeto por el dictador, al frente de la Xunta de Galicia marcó y sigue marcando el modus vivendi político de Galicia.


¿Alguien imagina cómo sería hoy en día a Renania-Westfalia se Joseph Goebbels -Ministro para la Ilustración pública y la Propaganda de A. Hitler- fuera su Presidente, por caso después de la Segunda Guerra Mundial? ¿O como sería por caso la Toscana con Giovanni Gentile -Ministro de Instrucción Pública de B. Mussolini- de Jefe de Gobierno en la democracia? Pues lo que no fue posible ni en Alemania ni en Italia, con fortuna para estos estados y esas comunidades, sí fue posible en España, en Galicia donde un político de la misma naturaleza que los anteriormente citados gobernó durante 15 años.


Nada que decir de la legitimidad democrática de los gobiernos gallegos presididos por M. Fraga Iribarne, pero sí subrayar que esta presencia supuso, y supone, que muchos de los mitos y los iconos del franquismo sigan aún muy presentes en Galicia. Algo que representa un enorme déficit democrático. ¿Cómo por caso puede suceder que el gobierno gallego diga que no es quien de expulsar a los Franco del Pazo de Meirás y devolver ese inmueble a la ciudadanía? ¿Cómo este gobierno no tiene como objetivo retirar todos los iconos franquistas que aún existen en Galicia y que suponen un auténtico insulto para la democracia y todos los demócratas gallegos?


La explicación es muy sencilla y ya hicimos referencia a la misma: falta de voluntad política. Además, si repasamos las hemerotecas, veremos como el PP, en Galicia y en España, se opuso siempre a cualquier iniciativa que hubiese llevado explícita o implícita la condena real del franquismo y sus crímenes. Aun hoy se niega, tanto en Galicia como en España, a reconocer la auténtica historia, a calificar el régimen franquista como lo que realmente fue, una dictadura sanguinaria. Se niega así a reparar la memoria y el buen nombre de las víctimas del terror, de aquellos miles de gallegos/as que murieron luchando -cuando no fueron simplemente asesinados como por caso numerosos representantes locales y líderes sindicales- en defensa de la democracia y la legalidad en Galicia. La memoria y buen nombre de miles de mujeres violadas y asesinadas con una crueldad infinita. La memoria de dirigentes políticos ilustres como Alexandre Bóveda, y muchos otros que sería prolífico citar pero que me merecen igual respeto, sentenciados a muerte y asesinados por los franquistas.


En este marco político no son creíbles las declaraciones de los responsables de la Xunta de Galicia (PP) de que no tienen competencias para recuperar el Pazo de Meirás. La realidad es que los dirigentes del partido más corrupto de Europa (PP) que al tiempo tuvo como matriz el franquismo no quiere remover la historia porque sería quedar desnudados de credenciales democráticas. Por eso mismo no cabe esperar que se haga justicia con las víctimas de la dictadura franquista y se recupere la auténtica historia mientras este partido (PP) gobierne en Galicia, como en España. Lo cual no quiere decir que los/las demócratas gallegos/as no debamos seguir luchando por la justicia y la verdad. Todo el contrario, lo debimos hacer y con más fuerza cada vez: los/las nuestros/as ancestros/as así nos lo reclaman, muchos/as de ellos/as desde las cunetas de las carreteras, desde el fondo de un barranco, de un pozo o desde las profundidades de una ría. Cuando no desde delante de un pelotón de fusilamiento.


Están en juego a democracia y la justicia en Galicia. Está en juego el futuro de Galicia.


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