'Pecunia non olet', negocios armamentísticos

Luis Moreno

TrumpsalmanarabiasaudiTrump, con el monarca saudí.

Lo que rodea al negocio de las armas tiene mala prensa. Bueno, casi no la tiene. Se habla poco en los medios y las redes sociales de las implicaciones de la desaforada venta de artificios de muerte. El común de las gentes lo percibe como algo turbio y opaco.


No hace mucho el propio Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó un acuerdo entre España y Arabia Saudí para la protección mutua de información clasificada en el ámbito de la defensa, el cual se firmó hace un año y entró en vigor el pasado 25 de agosto. Recuérdese que entre 2013 y 2016 España vendió armas al reino de la monarquía absolutista saudí por un valor superior a los 1.300 millones euros, una cifra 30 veces mayor que en el trienio anterior. Dos de las empresas españolas vendedoras cotizan en el IBEX.


Empero, las cifras anteriores palidecen al compararlas con el acuerdo comercial de venta de armas de USA al reino saudita convenido hace unos meses entre el presidente Trump y el rey Abdalá. La cantidad de casi 110 millardos de dólares no se aleja mucho de lo mitad del PIB anual de España. Se trata de la exportación de tanques, piezas de artillería, vehículos acorazados, helicópteros, barcos de guerra, misiles y sistemas de defensa antiaéreo. 


Todo ello, a buen seguro, será aprovechado por los sunitas árabes (integrados en una coalición de países que también incluye Qatar, Kuwait, Egipto, Sudán Marruecos o Sudán), y que apoyan al presidente yemení Abd Rabu Mandsur Hadi, en la guerra civil que le enfrenta al ex presidente Abdalá Salé, líder de los rebeldes huzíes, de confesión chií, y al que se le acusa de estar protegido por Irán y con la intervención de Al-Qaeda y el ISIS. Se trata, en suma, de un enjambre de alianzas cruzadas que podría hacer aumentar las 15.000 muertes, según estimaciones de las Naciones Unidas, ya causadas por el conflicto bélico de Yemen.


A modo de recordatorio debe apuntarse que la mayoría de los derechos humanos y libertades fundamentales, tal y como los concebimos en el occidente democrático, están cancelados en Arabia Saudita. Muestras de tales 'anacronismos' son que las mujeres no pueden conducir vehículos o que la homosexualidad esté condenada, incluso con la pena de muerte. Pero 'el negocio es el negocio', como aseveró el yerno y consejero de Trump, Jared Kushner poco después de llegarse al acuerdo de ventas de armas. En realidad tal macro-operación comercial plasmó la filosofía política que tantos votos procuró a Trump en las últimas elecciones presidenciales "Primero los EEUU (America First)".


La ocasión para hacer buenos negocios ha prevalecido sobre otras consideraciones morales. Trump ha hecho oído sordos a todas las críticas, e incluso a las admoniciones de Robert Jordan, embajador de EEUU en Arabia Saudita nombrado por el anterior presidente George W. Bush: "No es que se produzcan automáticamente crímenes de guerra, pero existen precedentes en la reputación de los sauditas y los estadounidenses que apuntan al proseguimiento de ataques indiscriminados y sangrientos de las poblaciones civiles".


Hace unos días, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acordó con el presidente ruso, Vladimir Putin, la compra del sistema de misiles ruso S-400, los cuales paradójicamente son incompatibles con la tecnología de la OTAN a la que pertenece la propia Turquía. El anunció de Erdogan se produjo al día siguiente que Alemania anunciara que dejaba en suspenso la venta de armamentos al país turco, como rechazo a las políticas represivas y como método de presión para influir en la excarcelación de ciudadanos germanos detenidos por razones políticas. Merkel, no obstante, matizó que las restricciones se efectuarían caso por caso.


Otro país europeo, Suecia, anunció el pasado mes de junio que el gobierno y la oposición habían llegado a un acuerdo para aprobar una ley que limitase las ventas de armas a dictaduras o países no respetuosos con los derechos humanos. Ha habido reacciones de oposición, como el caso de la potente empresa Saab, la cual amenaza con la deslocalización a otros países de algunas de sus actividades industriales y de I+D+i. Piénsese que sólo en el año 2016 las ventas de armas suecas superaron los 1.000 millones de euros.


Se dirá que Suecia, con una población equivalente a la Andalucía en España (apenas un millón y medio más poblada), es un caso poco representativo. Craso error. Se trata de un país con una gran reputación internacional por su larga trayectoria de defensa de los valores democráticos y los derechos humanos. Además ha institucionalizado la ciudadanía social en su forma más avanzada mediante el Estado del Bienestar más generoso de los que existen en Europa.


La consensuada iniciativa política sueca apoyada por partidos como el socialdemócrata, los cristianodemócratas, los liberales o los verdes, es muy importante y emblemática en lo que pueda suponer como 'buena práctica' a emular por el resto de los estados miembros de la Unión Europea. Prácticas como esa son la que se necesitan para construir una Europa más unida políticamente.


El contraargumento a la limitación de las ventas de armas es sencillo y poderoso como don Dinero: ¿por qué perder buenos negocios que otros países menos 'escrupulosos' acudirán prestos a realizar? La expresión latina pecunia non olet previene sobre tal modo de actuación, y se sigue utilizando en alemán con la frase, Geld stinkt nicht.


Y es que en la antigua Roma, la orina recogida en las letrinas públicas se aprovechaba con fines industriales (curtidores). Por ello el emperador Vespasiano (69-79 d.C.) decidió imponer una tasa a la orina 'pública', la cual era recogida en la Cloaca Maxima. El ejemplo de la maximización de una actividad 'olorosa' en pos de ganar dinero atañía al aprovechamiento de las aguas menores. Con su secular sabiduría, los romanos no quisieron ir más allá en la explotación prosaica de otras aguas mayores y apestosas, como es la relativa al negocio macabro de la guerra y la muerte.


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