Hay que echarle buena fe y sobre todo, mucha ingenuidad, para creer en el futuro de la estabilidad política en España, tras la moción de censura que hemos vivido en las últimas horas. Ya sé que al nuevo Presidente Sánchez eso le sonará a cuerno quemado, pero para un catalán que además se sienta español y haya padecido todo el procés en Catalunya, no es un tema baladí ni tampoco un brindis al sol. Si con Rajoy en la Moncloa lo hemos pasado fatal, con el nuevo inquilino socialista algunos nos hemos puesto a temblar.


¿Y entonces qué es lo que Vds. querían? me dirán. Pues algo tan sencillo como que el Señor Sánchez ganara la moción de censura o no, y concentrara esa victoria en regalársela a todos los españoles para que ordenadamente celebraran, a continuación, unas elecciones generales, en las que cada candidato recogiera el fruto de su trabajo o de su inoperancia, que ello nos permitiera conocer un Congreso renovado y dispuesto de mirar hacia adelante y abrirse a nuevas posibilidades sociales y mejor estado de la nación.


No ha sido así por torpeza de varios, sobre todo Albert Rivera y los que se llaman a sí mismos buenos vascos, y también la desmesurada ambición de todos; pronto sabremos de qué va este entramado de soberbias personales y variopintas maniobras orquestales en la oscuridad.


Yo les anticipo una de mis sospechas. Cuando se sentencien los ERE y condenen a los que se beneficiaron de ellos, no piensen Vs. que el nuevo Presidente socialista se va a encoger o divagar como Rajoy ha hecho con la Gürtel. Nada de eso: Exigirá en nombre de la sacrosanta DEMOCRACIA que sus compañeros andaluces asuman sus responsabilidades políticas en público y por el bien del PSOE. A ver si de esta forma se quita de encima a varios molestos dirigentes del socialismo andaluz. Al tiempo. 



Artículo original publicado en catalunyapress.es
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