La llegada de Fran Escribá al banquillo del Celta ha dado más protagonismo al mediapunta francoargelino.


Boudebouz protege la pelota con el Real Betis / Foto: LaLiga


El aterrizaje de Fran Escribá en Balaidos ha revitalizado a un equipo que deambulaba sin rumbo en la Primera División. Y de tener un rumbo, ese era inevitablemente el que marcaba el descenso. El cambio de técnico, junto con el evidente regreso de un puntal como es Iago Aspas, ha puesto las pilas de nuevo al conjunto vigués y ha despertado a algunos jugadores que parecían perdidos para la causa. Es el caso de Maxi Gómez, que ha vuelto a ver puerta con el valenciano en la banqueta, Lucas Olaza, que debutó con la llegada del nuevo entrenador, o Ryad Boudebouz, que vive un momento muy dulce después de un año complicado.


DE MENOS A MÁS

La calidad del francoargelino está totalmente demostrada. En el apartado técnico, es posiblemente el jugador más talentoso de todo el plantel, tal vez rivalizando con Emre Mor, y recordando a la figura de otros jugadores que jugaron en Balaidos con guante de seda en lugar de botines, véase ‘Tucu’ Hernández o Krohn-Dehi, mediapuntas imaginativos y con un toque soberbio. Y eso se ha evidenciado en los dos último choques del cuadro gallego, donde ha sumado un gol y una asistencia además de ser el cauce del juego ofensivo olívico el rato que ha estado en el campo.


El cambio de entrenador le ha sentado maravillosamente bien a Boudebouz. El internacional con Argelia llegó a Vigo cuando tocaban las campanadas que anunciaban el cierre del mercado invernal (opción de compra de ocho millones) y un poco fuera de forma, después de un año errático en el Real Betis, donde el curso pasado había brillado bajo el ala de Quique Setién. Así, no vistió de celeste hasta su tercer partido dentro del equipo, y solo duró 49 minutos sobre el verde antes de ser expulsado.


Empezó con muy mal pie, y no volvió a enfundarse la casaca de los gallegos hasta la llegada de Fran Escribá, que apostó por él nada más llegar, en la derrota ante su ex equipo. Luego se pasó otros dos partidos viendo a sus compañeros desde la grada, hasta su despegue definitivo ante el Huesca y su notable aportación en el duelo contra la Real Sociedad.


En cuestión de dos partidos, el ex de Montpellier ha justificado su llegada a la ría de Vigo. Y eso que quedan otras facetas del internacional argelino que no conocemos, como su excelente golpeo a balón parado, aunque con Aspas en el equipo, es difícil que alguien le quite el puesto de francotirador al de Moaña, además, ambos son zurdos. Es posible que en el Metropolitano, con Aspas viendo el partido desde casa porque le toca cumplir ciclo de tarjetas, el mago argelino asuma ese papel.


Pero Boudebouz sabe que su papel es sumar en la medida de lo posible y ayudar al equipo a lograr la ansiada permanencia. El equipo ha medrado y ha salido del descenso, pero no se pueden echar las campanas al vuelo ni mucho menos. Toca seguir progresando. De menos a más. Como ha hecho Boudebouz.  

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