Sin tiempo de asimilar los efectos electorales del 28 de abril y de este 26 de mayo, toca afrontar una cita verdaderamente importante para el colectivo de la Policía Nacional, las elecciones sindicales al Consejo de Policía que se celebrarán el próximo 19 de junio.


68.730 funcionarios de todas las Escalas y Categorías están llamados a elegir a los 14 vocales que darán voz al colectivo durante los próximos 4 años. En estas elecciones, al disminuir el censo, se eligen 2 vocales menos, uno por la Escala de Subinspección, donde se pasa de dos a uno y otro en la Escala Básica, en donde se elegirán en esta ocasión diez.


El Consejo de Policía es un Órgano cuya organización y funcionamiento interno se rige por un Reglamento Provisional del año 87, cuyas votaciones no son vinculantes para la Administración. El SUP ha reivindicado su actualización durante los últimos años, pero ningún gobierno ha tenido la voluntad necesaria para su actualización. La declaración de Conflicto Colectivo, tan solo obliga a la Administración a convocar una reunión extraordinaria con ese Punto en el Orden del Día. El SUP, a lo largo de sus 40 años de historia, lo ha convocado en multitud de ocasiones. Las dos últimas fueron, en noviembre de 2016 por el caos originado tras la implantación de la Jornada Laboral y por la limitación del Permiso de Navidad y en noviembre de 2017 como forma de presión para lograr el acuerdo de equiparación salarial que se firmaría meses más tarde.


En el Consejo de Policía además de verse todos los concursos y proyectos normativos, se defienden los expedientes disciplinarios de los compañeros, así como los de pase a segunda actividad o jubilación cuando hay discrepancia entre lo que solicita el funcionario y la propuesta de resolución de la Administración. Me gustaría que todos aquellos que critican a los sindicatos o a los sindicalistas de forma genérica, pudiesen ver por una mirilla el trabajo de planificación y exposición de los vocales del SUP. El rigor con el que defienden cada asunto está muy por encima del resto de Organizaciones. Y no lo digo yo, lo manifiestan los responsables de la Administración que saben perfectamente que cuando el SUP plantea una alegación o defiendo un expediente, es porque ya ha realizado un profundo estudio de la causa lo que provoca que sus argumentos sean tenidos en cuenta en muchas más ocasiones.


Estas elecciones son muy importantes porque todavía falta por concretar el tercer tramo del Acuerdo de Equiparación salarial y los Policías deben decidir si prefieren que les guíe una Organización que actúa con responsabilidad y que apoya aquello que es bueno para el colectivo, rechazando y manifestándose contra aquello que es mejorable, una Organización que seguirá trabajando para que se cumpla íntegramente lo suscrito buscando que la equiparación sea una realidad en 2020 o si por contra, desean la política de los “escraches” de los daños y pintadas en comisarías y de las división y confrontación, encomendándose al incierto recorrido del desarrollo de la Cláusula 8 del Acuerdo -ILP-.


Jusapol rompió unilateralmente la Unidad de Acción sindical el 21 de diciembre de 2017 y quiso cargarse, con una Proposición presentada a través de Unidos Podemos, el Acuerdo de Equiparación que ha llevado a los integrantes del colectivo el incremento bruto de 300 euros al mes, solo derivados del Acuerdo. Solo hay que verificar el importe de esta nómina con la del mismo mes del año anterior.


El objetivo del nuevo sindicato era llegar al Consejo de Policía y hacer justamente lo contrario de lo que criticaban. Ese momento está cerca. El 8 de julio se constituirá el nuevo Consejo y allí se sentarán los vocales de JUPOL. Dicen que convocarán Conflicto Colectivo. Con él llegará la equiparación salarial al mes siguiente, el sexto turno, la reclasificación al Grupo B, el Protocolo de Suicidios, la Reglamentación de la Ley de Personal, los Chalecos para todos los miembros del Colectivo y así hasta resolver todos los problemas de la Policía Nacional.


A partir del día 8 de julio, los liberados de Jupol tendrán que cambiar el discurso porque para entonces, los decibelios de las voces de ultratumba quedarán reducidos a la mínima expresión y el rigor en los planteamientos ocupará su lugar.

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