En esta nueva legislatura de Feijóo, quizás la más llena de incertidumbres por la Covid-19, viene de cambiar las consellerías de Sanidad y Educación. Y del nuevo conselleiro de educación quiero hablarles hoy, pues comienza con una herencia que muchos hubiesen querido rechazar.

            

Si comenzamos por el principio observamos que, desde el equipo de trabajo de la Consellería de Educación, quisieron articular un protocolo que estuviera avalado por expertos en sanidad. Y eso está muy bien. De lo que no fueron capaces fue de llamar a los profesionales de la enseñanza para ver si esas normas eran viables. La anterior conselleira no escuchó a los interlocutores sociales y tiró para adelante sin rumbo. Prueba de ello es que en el Pleno del Consello Escolar de Galicia los sindicatos, los Movimientos de Renovación Pedagógica, Asociaciones de madres y padres, la enseñanza concertada entre otros, afirmaron con rotundidad que ese protocolo no estaba consensuado.

            

La convocatoria con carácter de urgencia del Consello Escolar de Galicia, a la que asistió también el conselleiro de Sanidad, fue una buena estrategia para intentar dejar a los sindicatos de la enseñanza solos. Pero los ecos de huelga en la enseñanza ya resonaban en los oídos de todos, y el miedo que genera la supuesta inseguridad en los centros, hizo que nadie callase ante un conselleiro que traía un discurso triunfalista lleno de enhorabuenas para los equipos directivos de los centros, y para el profesorado en general.


Durante las 4 horas que duró el Pleno, el conselleiro no fue capaz de contestar a ninguna pregunta en concreto e hizo un esfuerzo por buscar puntos de coincidencia con los miembros del consejo. Era imposible contestar a todos, cierto, pero seguimos sin saber si se pondrán en marcha los mecanismos que hasta hoy tiene en su mano. Estoy refiriéndome a las Comisiones creadas en el propio Consejo, que hace años que no quieren que funcionen. Cuando en una parte de su discurso Román pedía colaboración y ayuda en este tiempo de crisis sanitaria, muchos no podíamos acreditar que desde el diciembre de 2019 el consejo no fuese convocado. Desde los movimientos de renovación pedagógica se les envió una carta ofreciendo colaboración, pero una vez más el vicepresidente hizo caso omiso.

            

El conselleiro anunció la creación de un comité de expertos para desarrollar temas tan complicados como revisar los curriculos. Habrá que esperar si siguen cambiando protocolos por vía de urgencia, o hace uso de un Órgano Colegiado de carácter consultivo que recoge el sentir de la mayoría de la Comunidad Educativa. Las cosas no se arreglan con una carta enviada a los docentes, dando miles de enhorabuenas y dejando caer en ella un error tipográfico, a modo de que un conselleiro también es un ser humano con pequeños errores. Seguimos llenos de incógnitas y los maestros y profesores seguirán dando todo por sus alumnos, por lo que la Xunta solo reaccionará con protestas y manifestaciones públicas antes decisiones unilaterales y con poco sentidiño.

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