El teórico tercer portero del conjunto celeste tendrá que asumir la titularidad por las lesiones en la portería del club vigués.


Portería del Celta de Vigo | Foto: RC Celta


Son malos tiempos para ser portero en Balaídos. Ya nunca fue fácil, pero en los últimos años una epidemia de lesiones ha golpeado con severidad al cuadro celtiña. En el Celta de Vigo no hay temporada que se recuerde tranquila en la meta, donde las lesiones de sus cancerberos han sido una constante. En el último choque ante la SD Huesca,Rubén Blanco, uno de los nombres que explican la línea ascendente de este Celta, tuvo que abandonar el terreno de juego al filo del descanso por una lesión.


Las pruebas confirmaron el peor de los pronósticos: dos meses de baja. En el mejor de los escenarios, el guardameta estaría a punto para las últimas jornadas, pero es muy probable que al falta de ritmo le penalice y no forme parte de la partido en lo que queda de curso. El choque con Pablo Insua lo dejará K.O. prácticamente lo que resta de temporada y, con Sergio Álvarez todavía recuperándose de su lesión, solo Iván Villar está en condiciones de guardar las llaves del Celta.


Para Villar esta situación no es nueva. De hecho, este año, todavía con Óscar al frente del banquillo, tuvo que asumir galones por las lesiones de sus competidores en la meta. En total siete jornadas en las que el equipo sumó solo seis de los 21 puntos puestos en juego y en las que Villar solo logró mantener su arco a cero en una ocasión, en el debut contra el Eibar. Álvaro y Iago, del filial, compiten con el de Aldán por la titularidad, pero su verdadera pelea es por ser el recambio de urgencia, toda vez que Sequeira irá convocado con Costa Rica.


Además, la expulsión de Blanco ante el Valencia y la segunda parte contra el Huesca le han dado minutos en las últimas jornadas, demostrando que está preparado para el reto y que en Vigo no hace falta fichar más porteros de momento, algo que sin duda tendrá que plantearse la secretaría técnica este verano.   

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