El sábado fue el Día Mundial de la Salud y Seguridad en el Trabajo, pero no veo muchos motivos para celebrarlo. Datos terribles para una de las economías más potentes de la OCDE así lo indican.

Porque a pesar del descenso de la actividad laboral que ha producido la pandemia, a pesar del aumento del desempleo que está acaeciendo en nuestro país, trabajadores en ERTE, autónomos que han cesado en su actividad, en 2020 fallecieron 780 personas en nuestro país  por accidente laboral, un 2% más que en 2019. 780 dramas familiares en la cuarta economía de la Unión Europea.


Los datos de España son similares a Alemania, que declaró 816 accidentes laborales mortales en 2019, pero con casi el doble de población que España


Y este incremento de los fallecidos se ha producido durante la jornada laboral, ya que donde sí ha habido un desplome es en los fallecidos in itinere, con toda seguridad en relación con los controles y limitaciones de movilidad que hemos sufrido en 2020. Estos datos son similares a Alemania, que declaró 816 accidentes laborales mortales en 2019, pero con casi el doble de población que España, 83 millones de habitantes por 48 millones de España, y con un tejido industrial y empresarial muy superior al nuestro.


Por otro lado, en este año de la pandemia se han declarado algo más de 1 millón de accidentes laborales, exactamente 1.004.344, de los cuales el 48.5% precisaron baja médica. En este caso, sí que se ha producido un descenso notable del número de accidentes laborales con respecto al año pasado, un 25% menos. En definitiva, menos accidentes laborales de manera global, pero más fallecidos. Y llama poderosamente la atención que sólo el 3.02% de los autónomos, poco más de 30.000, declararon un accidente laboral con baja médica. Parece que los autónomos o tienen una salud de hierro  o no tienen derecho a enfermar.


De todos los sanitarios fallecidos por la pandemia en 2020, sólo en 21 casos se les ha considerado fallecimiento por accidente laboral


Buscar soluciones a este problema tan serio pasa por que el Gobierno dé un paso al frente y lo considere un problema de Estado. Los interlocutores sociales y la Confederación de empresarios deben poner toda la carne en el asador para disminuir esta lacra social. Pero mientras el Gobierno se siga poniendo de perfil, los augurios no son nada buenos. Y como ejemplo tenemos que de todos los sanitarios fallecidos por la pandemia en 2020, sólo en 21 casos se les ha considerado fallecimiento por accidente laboral.


Visualizar el problema, hacerlo partícipe e implicar a todos los estamentos, con el Gobierno de la Nación al frente tomándolo como un Problema de Estado, con menos declaraciones institucionales y más planes reales, es el camino para intentar luchar contra un problema que afecta a toda la sociedad.


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