Casi siempre que escucho hablar de la fe tengo la sensación de que pocos conocen su definición. No me refiero la diferentes sinónimos o acepciones que podamos darle. Estoy hablando de la simplificación religiosa que hacen algunos diciendo que la fe es creer en lo que no vemos. Hablamos más de perder la fe, que de tener fe en algo. No tenemos fe en el tiempo futuro, ni en la mejoría de las cosas. No tenemos fe en el cambio positivo de las personas y ya queda poca fe en la tierra. Buscamos la fe en el plano de la espiritualidad pero casi siempre se pospone el tema para otro momento.


La fe es un concepto bien definido pero poco divulgado. El autor de la carta a los Hebreos habla de la fe en todo el capítulo 11, con ejemplos a lo largo de la historia sagrada. Así la certeza y la esperanza forman parte integral de la fe. No se reduce a una simple creencia basada en la imaginación de las personas. La fe vienen por el oír, y al oír la Palabra de Dios. Si escuchamos antes a las personas que la Palabra de Dios nuestra fe no tiene valor ninguno. Pero por desgracia, por abuso del lenguaje, identificamos acreditar en alguien con tener fe en esa persona. Son parámetros distintos y al mismo tempo complementarios en el caso de Dios. Acreditamos en él si tenemos fe en él. Y sin fe es imposible agradar a Dios, porque es preciso que lo que se acerca a él, acredite en su existencia. Esa existencia y tan evidente como indemostrable y la propia Biblia no pierde el tiempo en intentar demostrarlo. Simplemente lo da por supuesto. Y resulta curioso que todos los que intentaron demostrarlo han fracasado, pues dependía de una fe que dejaron fuera de sus argumentos.


Si la fe mueve montañas no es mayor en cantidad de la que no las mueve. Esta expresión metafórica significa que la calidad de fe depende de cada uni que la ejerce. No se refiere a la cantidad. El mejor ejemplo es la semilla del grado de mostaza, de gran cualidad que siendo la más pequeña de todas las semillas, nace de ella un árbol en la que las aves pueden hacer nidos. Con esa fe auténtica el poder de realizar cosas no se limita a tener superpoderes terrenales, más bien quiere hablarnos de las espirituales. Con todo, la mayor fe en este mundo no es más que un ruido intenso, si falta el amor.


Muchos perdieron la poca fe que les quedaba cuando la religión pasó por sus vidas. La relación con las religiones hizo que pensasen en un Dios vengativo, oscuro y sancionador. Después de esa experiencia, se acogieron al nuevo término llamado agnosticismo. Un eufemismo del ateísmo de siempre, pero que suena mejor. En fin, pienso que podemos finalizar con la definición que comenzamos y no enunciamos: “la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”. Esa fe es el instrumento para alcanzar la gracia de Dios. Esa misma fe no puede ser teórica y tiene una parte práctica que se manifiesta en cada momento de nuestras vidas.

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