Una situación límite y sin aparente salida es a donde nos han llevado las actuales políticas de nuestro gobierno. Nunca un mejor dicho español como “entre la espada y la pared”, para definir la situación en la que se encuentran tanto pequeños empresarios, como autónomos y ciudadanos. Es lógico que en España haya miedo a los políticos, pues dependemos demasiado de ellos. 


Controlan nuestra educación y nuestra economía de tal manera que los mecanismos para cambiar las cosas dependen de quienes no quieren que cambien, nunca querrán dejar su estatus de privilegio. Deberíamos hacernos la pregunta ¿estamos seguros de que los ciudadanos queremos que las cosas cambien? Leía este fin de semana en un medio “las panaderías de Santiago, al límite: los costes de la energía y las materias primas se comen los beneficios, es el momento de resistir, el que aguante seguirá con el negocio, y el que no cerrará”. Tendríamos que darle la vuelta a la tortilla, no nos debe valer “el que aguante con el negocio seguirá, y el que no cerrará”, debemos poner a nuestros dirigentes entre la espada y la pared, para obligarlos a salir de su zona de confort, obligándolos a innovar, y que se apoyen en los miles de asesores, que pulen parte de nuestras arcas públicas, para que ejerzan de desatascadores de la pésima situación en la que nos han metido.

 

Podemos reflejar la realidad de todo esto en noticias como “empresas en Galicia se plantean cerrar por el precio de la energía”, tal vez más preocupante sea incluso el no saber que precios se pagarán en los próximos meses, o los datos recibidos por el FMI, que pide a España un ajuste de hasta 6.500 millones de euros el próximo año 2023 para aliviar las presiones inflacionistas. Todo esto, la inestabilidad mundial, el clima que se está creando en el país, con un Congreso de los Diputados, en donde las tensiones y la dificultad para llegar a grandes acuerdos en cómo combatir el desempleo y buscar la estabilidad necesaria para un crecimiento económico, hace que el ciudadano siga temiendo al político.

 

¿Estamos seguros de que los ciudadanos queremos que las cosas cambien? El cambio está en nuestras manos. Evitemos el dicho “entre la espada y la pared”.
 

 

 

 

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