Querido Leo,

 

Te escribo porque pensarte me hace mal y necesito ordenar mis ideas de alguna forma. Lo primero que me sale decirte es…¿de qué vas? ¿Qué es eso de que si volvemos que si no? ¿Estamos juntos otra vez o no lo estamos? ¿Sabes qué has hecho? Has vuelto a demostrarme ahora, ¿vale?, que te la pela todo. Que te la pela TODO. Estoy cabreado. Y sigues sin decirme nada. Que te la pela absolutamente todo, ¿vale?, todo. Con lo cual, estás respondiéndome ¡con tres frases de mierda, viendo como estoy, sabiendo que lo has hecho tú mal, pedazo de imbécil! ¡Que no lo he hecho yo, que lo has hecho tú! En vez de llamarme y en vez de pedirme perdón las veces que haga falta o decirme algo me dices 'me voy a Miami no sé qué...' Te vas a… Uf... No, disculpame, ha sido un arrebato infantil. No quería ponerme Laura Escanes.
 

Es que son muchas cosas, Lio, querido. ¿Por qué me haces esto? Dos años sin saber de ti y ahora amenazas con volver. ¿Sabes cuánto sufrí? ¿Cuánto tardé en olvidarte? No, tú qué vas a saber. No estabas. Te hiciste a un lado, como DiCaprio, y yo me quedé flotando a la deriva en una tabla desvencijada mientras ese transatlántico de lujo azulgrana se hundía. Todavía no ha tocado fondo. Decía mi abuela que la pena no es de los que se van, sino de los que se quedan. Y yo me quedé. Me quedé en un hogar vacío, con la única compañía del eco que repetía tu nombre. “Meeeeessi, Meeeeessi…”. Qué felices fuimos. 
 

Solo quedaron los marcos y los álbumes de fotos, llenos de recuerdos, como de copas las vitrinas. Dan para una vajilla entera. La primera vez que nos conocimos, allá por 2004. Eras un niño. Y yo más. Parecías tan tímido, tan frágil, y a la vez tan bravo y echado palante, con esa melenita. Te vi crecer -aunque no a lo alto- y hacerte un hombre: pelo corto, barba, tatuajes…qué macarrilla. ¡Hasta te teñiste! Me tenías loco. A mí y a todos. A 90.000 gargantas cada sábado rendidas a tus pies, como los zagueros rivales. Pero nunca me importó que te deseasen los demás. Sabes que yo no soy celoso.

 

Tampoco me importó que tuvieses mujer y tres hijos ni tus líos con el fisco. “¿Mi Leo? No, mi Leo no. Lo habrán engañado. Él no lo haría”, repetía, proclamaba en alto tu inocencia ante el poster gigante detrás de la puerta de mi cuarto. No hay más ciego que el que no quiere ver. Y sin embargo, te marchaste a París, donde todo empezó. ¿Te acuerdas aquella noche de 2006 en Saint-Denis? Con lo que llovía. Claro que te acuerdas. Nuestra primera vez; nuestro primer climax; nuestra primera orejona. Nos juramos amor eterno, pero éramos jóvenes, lozanos, y estábamos borrachos. Borrachos de éxito. Tantas y tantas copas…Tú invitabas a todas. 


Cuántas noches soñándote, despertando en mitad de la noche al grito de “¡Leo, vuelve!”. El otro día pensé mucho en ti. Chris Martin tocó nuestra canción. Siendo sinceros, nunca te olvidé. ¿Cómo olvidarte? ¿Qué? ¿El chico ese con el 10 dices? Sí, es más joven…pero no eres tú. Lo intentamos, pero no puede sustituirte. Es bueno, me gusta las cosas que hace, pero no es como tú. Tú…tú eres tú. Tú eres único. ¿Cuál? ¿El canario? Bueno…sí, un desliz lo tiene cualquiera. Puede que alguna vez haya gritado su nombre y llegado al orgasmo. Ya sabes. Messi. Pedri. Si son casi las mismas letras. ¡Pero no estamos hablando de mí! Estamos hablando de ti y de esos líos que te me traes por Miami, una ciudad que parece empeñada en alejarme del amor. ¿Qué tiene Miami que no te pueda dar, qué sé yo, Vigo? Además, que ese rosa no te sienta bien.  
 

Ahora me haces esto. A mí, que me entregué a ti en cuerpo y alma. Te lo hubiese dado todo. Qué coño…¡te lo dí todo! ¡Hipotequé mi vida por ti! Tantas cosas a las que renuncié por verte, aunque fuese al otro lado de la pantalla. Y al final te marchas, ¿por qué? ¿Por dinero? ¿Te abrazará el dinero por las noches? ¿Te preguntará ‘Qué tal te ha ido el día’? ¿Te dirá ‘Te quiero’? Aún recuerdo todavía que decías que sin mí tú no eres tú.

 

No, no puedo permitirme otra despedida en el aeropuerto, otra rueda de prensa traumática ni más titulares anunciando que te quedas o que regresas. “Es que yo quiero pero no puedo. No soy yo, eres tú”. Basta. Vivir así es morir de amor. Y por eso vete. Olvida mi nombre -yo recordaré siempre el tuyo, como retabas en los comerciales-, mi cara, mi casa… Pero que sepas que nadie te querrá como yo. Nadie te cantará como yo te canto. Se nos rompió el amor de tanto usarlo. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Te quiero tanto que tengo que dejarte.

 

P.D: Dicho esto, que si me dices ‘Ven’ lo dejo todo…pero dime ‘Ven’. 
 

xxx 
Siempre tuyo, un culé.

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