Si analizamos la historia política y partidaria de Galicia encontramos que, a pesar de las décadas transcurridas desde que tenemos autonomía (más de cuatro), hay un sector de las izquierdas que, aún hoy, sigue en busca de su espacio en el escenario político. Puede resultar sorprendente este fenómeno, pero si revisamos lo sucedido en todo este tiempo seguramente entenderemos las causas de este eterno 'viaje a Ítaca'. Porque si Ulises tardó 10 años, después del final de la guerra de Troya, en volver a su casa, a estas izquierdas les está costando mucho más tiempo encontrar un hogar definitivo o, por lo menos, mínimamente estable. Y es que cuando, por fin, parecía que están llegando a puerto (2012, 2016), queman las naves.
Si incluimos en este espacio político lo que no es ni PSdeG-PSOE ni BNG, nos encontramos que desde la primera convocatoria de elecciones autonómicas celebradas en el año 1981 estas izquierdas no alcanzaron una representación destacable hasta el año 2012, cuando la candidatura de AGE (liderada por X. M. Beiras) sacaría 9 diputados. Cifra que sería ampliamente superada en la convocatoria electoral siguiente (2016) cuando En Marea (liderada por Luis Villares) llegó a los 14 diputados (la mayor cifra en su historia), para luego sufrir un enorme descalabro en las elecciones del 2020 donde Galicia en Común-Anova no sacaría ningún diputado. Anteriormente y con las excepciones de los años 1981 (Esqueda Galega y Partido Comunista de Galicia, ambos con 1 diputado), 1985 (con 3 diputados para el Partido Socialista Galego-Esquerda Galega y ninguno para el Partido Comunista de Galicia) y 1989 (Partido Socialista Galego-Esquerda Galega, 1 diputado), el resto de convocatorias no sacaría representación parlamentaria a pesar de las diferentes candidaturas: Esquerda Unida-Unidade Galega (1993), Izquierda Unida (1997), Esqueda Unida y Esquerda Galega (2001), Esqueda Unida (2005) y (2009), en estas dos últimas convocatorias con Yolanda Díaz como cabeza de lista.
Los datos ahí están y las lecturas políticas que se pueden sacar de los mismos son muy sencillas. En primer lugar, que en esta última década (desde 2012), coincidiendo con la caída del bipartidismo y luego de un largo período (30 años) como marginal, este espacio político parece tener al alcance una nada despreciable bolsa de votos (200.101 en el año 2012, 271.418 en 2016) que incluso le permitieron liderar a las izquierdas (2016). Un espacio político que, teniendo en cuenta lo anterior, adquiere fuerza real cuando supera las tradicionales formas partidarias para ofrecerse como una organización amplia y plural (AGE, En Marea). Algo que, a pesar de eso, no resulta fácil que se consolide por la acción centrífuga de los partidos políticos que aceptan esas fórmulas más por motivos de oportunidad que por razones ideológicas y estratégicas, como se pudo comprobar con las tragedias de AGE y EN MAREA, y que provocarían que en las elecciones de 2020 quedara nuevamente sin representación. Finalmente, resulta indiscutible que el auge o caída de este espacio depende no poco de la fortaleza o debilidad de las otras fuerzas de izquierda más tradicionales (PSOE, BNG) como prueba la evidencia de que estas experimentaron importantes retrocesos tanto en las elecciones de 2012 como de 2016.
He ahí el reto al que se enfrenta SUMAR GALICIA, que aparece ahora en el escenario gallego, con la intención de presentarse a las próximas elecciones autonómicas y disputarle un espacio en las izquierdas al BNG y al PSdeG-PSOE. Difícil hacer un análisis del posible impacto de esta organización porque al día de hoy presenta un perfil muy difuso y falto de concreción, sin líder, sin programa y sin organización: solo nombres. Por otra parte, la organización madre (SUMAR) acaba de sufrir una importante escisión con la marcha de PODEMOS al grupo mixto, lo que añade más incógnitas a las que ya existían tanto a nivel interno como externo.
En relación a esto último, cabe destacar que el escenario gallego actual no tiene nada que ver con el de los años 2012 (AGE) y 2016 (EN MAREA), entre otras razones porque SUMAR tendrá que competir con un BNG en alza que cuenta con una líder contrastada y potente, y un PSdeG-PSOE que a pesar de sus congénitas debilidades mantiene su espacio. Por tales razones, más parece que SUMAR vaya a ocupar el espacio que en su día ocuparon EG (Izquierda Gallega) o EU (Izquierda Unida), pero con la desventaja de no contar con líderes del prestigio de Camilo Nogueira o Anxo Guerreiro.
A nivel interno hay dudas fundadas de que SUMAR GALICIA sea capaz de superar el virus de las eternas divisiones que tanto daño le hicieron y le siguen haciendo a estas izquierdas. Más cuando, como señalaba anteriormente, no cuentan con un/a líder con autoridad y prestigio (como, por ejemplo, en su día fue X.M. Beiras) que destaque por encima de las rivalidades internas y sea capaz de unir a la organización.
Más en política todo es posible y veremos si SUMAR es capaz, cuando menos, de iniciar el viaje a Ítaca.