Foto: FC Vizela

 

A todos sorprendió el fichaje de Rubén de la Barrera por la Selección de El Salvador. No tanto por las capacidades del técnico, contrastadas, sino por lo exótico de la propuesta y el paso que suponía al salir de Europa. El gallego, pese a su juventud, presume de varios ascensos en su palmarés y de haber entrenado en España, Qatar o Rumanía. Su salto al fútbol de selecciones fue un acontecimiento en el país centroamericano, que esperaba vivir una revolución con las ideas del nuevo seleccionador. Un cambio de rumbo que solo ha durado tres meses, ya que de la Barrera ha aceptado una oferta del fútbol portugués para renunciar a su cargo y abandonar San Salvador.

 

La peripecia del gallego en el país cuscatleco ha durado escasos tres meses antes de embarcarse en un nuevo proyecto deportivo con el objetivo de salvar del descenso al Vizela, que marcha penúltimo en la liga lusa, a un punto de la salvación. El coruñés toma las riendas de un equipo que tiene en sus filas a compatriotas como Alberto Soro, Pedro Ortiz o Iker Unzueta y viejos conocidos del preparador como el ucraniano Ledebenko, al que dirigió en Riazor, de donde salió de forma precipitada el pasado verano después de caer en playoff ante el Castellón, poniendo fin a su segunda etapa como blanquiazul.

 

El técnico no pudo rechazar la posibilidad de volver a entrenar en una gran liga europea y en Primera, con un contrato mejor y con el club portugués dispuesto a pagar su clausula de rescisión. Medios salvadoreños apuntan que de la Barrera ya meditaba abandonar el país solo un mes y medio después de su nombramiento, cuando otra propuesta le hizo replantearse su futuro. Entonces la Federación movió ficha para convencer al ex de Dépor, Cultural o Albacete de que se quedase, pero ahora no han querido presionar más para la continuidad del entrenador

 

En El Salvador su nombramiento no estuvo exento de polémica, al considerar muchos salvadoreños que no tenía los mínimos conocimientos previos del fútbol del país como para desarrollar su idea de juego. Su renuncia ha llevado a muchos analistas del país a orillas del Pacífico a tachar al ya ex seleccionador de "mercenario" o "sinvergüenza". 

 

Con El Salvador cosechó tres empates y una derrota en cuatro partidos dirigidos. Un muy pobre bagaje para el adiestrador herculino, que necesitará más suerte en Portugal para revertir el rumbo del equipo afincado en el norte de Portugal. 

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