Mientras medio mundo debate sobre el impacto que sobre el comercio internacional y, por tanto, sobre la economía mundo capitalista, van a tener las medidas adoptadas, mayormente las relativas a la implantación de aranceles a las importaciones, por la nueva administración estadounidense que preside un megalómano con tics de vulgar payaso como así define muy acertadamente Noam Chomsky a Donald Trump, un ominoso silencio político y una vergonzosa oscuridad informativa se extienden sobre el genocidio (así calificado tanto por la Federación Internacional por los Derechos Humanos -FIDH-, como por el Comité Especial de las Naciones Unidas) que en la franja de Gaza está cometiendo el gobierno israelí de turno con la población palestina.
Un silencio político y una oscuridad informativa que sumados a una amplia indiferencia social ponen en evidencia la triste realidad del momento presente. Una realidad que me lleva a preguntar, ¿cómo podemos llegar la tal grado de deshumanización tanto política como informativa y social? ¿Cómo un pueblo que sufrió tanto a lo largo de su historia, como es el caso del pueblo judío, puede ahora haberse convertido en un espectador pasivo, cuando no en un animador, de la limpieza étnica llevada a delante por su gobierno de turno? ¿Cómo un continente, que presume de demócrata y avanzado como es el caso de Europa, que padeció las barbaridades nazi, fascista, franquista y stalinista, no muestra su indignación y rebeldía frente a la pasividad, cuando no complicidad, de sus gobiernos con las barbaridades del gobierno de Benjamín Netanyahu llegando, incluso, a venderle armas que sirven para matar y mutilar a niños y niñas gazaties? (*)
¿Acaso estos gobiernos, estos ciudadanos, no ven las imágenes que nos llegan del calvario que está pasando la población gazatí por las atrocidades que se están cometiendo con ellos por parte del ejercito israelí ? Entre estas imágenes quiero traer aquí una que nos llegó hace un pocos días de un niño gazatí (Mahmoud Ajjour) con los brazos amputados a causa de un ataque israelí en marzo del 2024, foto que ganaría el premio de Foto del Año del World Press Photo.
Pero conviene dar algunos datos de lo que está pasando para así tener una mejor comprensión de la barbarie criminal que se está cometiendo en Gaza con la población palestina. Al día hoy van ya contabilizados 51.000 los gazatíes asesinados (un tercio de ellos mujeres y niños), lo que convierte a Gaza en una suerte de fosa común para sus habitantes pero también en una trampa mortal para las ONGs que intentan de prestarles ayuda humanitaria. Estamos delante de una operación de limpieza étnica que no respeta escuelas, hospitales, campamentos de desplazados y que últimamente parece tener añadido como objetivo tanto a las citadas ONGs (van ya asesinados más de 400 entre trabajadores humanitarios y personal sanitario) como también a periodistas que trabajan en la zona a los que se intenta silenciar (van asesinados unos 200 periodistas).
Un crimen contra la humanidad cuyo objetivo final parece cada vez mas claro. Ahora ya no se trata de hacer posible el viejo sueño israelí de ver como Gaza se hunde en el mar (Isaac Rabin) sino de erradicar la población gazatí de su tierra para proceder la colonización judía de la franja y su conversión en un enclave turístico.
Una pregunta final se me ocurre: ¿y nosotros qué hacemos contra esta barbarie? ¿Hasta cuñando seguiremos callados y quietos? Porque en Gaza hay sangre caída, sangre que nos llama.
(*): La hora de hablar de la posición de la Unión Europea en relación a las matanzas en Gaza, es de justicia destacar la particular oposición del gobierno español de turno (PSOE/Sumar), defendiendo el derecho de los pueblos a no ser invadidos ni masacrados, aunque en su debe está la venta de armas a Israel que son utilizadas en las citadas matanzas.