Una investigación liderada por el Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) junto a colegas de la Universitat Autónoma de Barcelona y del Institut de Ciències del Mar (ICM), ha reconstruido la historia de la contaminación en los fondos marinos del mar Cantábrico y el noroeste del Mediterráneo a lo largo de los últimos siglos.

Para llevar a cabo este estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, se analizaron testigos de sedimento obtenidos a profundidades entre 80 y 1150 metros, se dataron sus diferentes capas y se analizaron los contaminantes presentes, metales como el mercurio o plomo o los microplásticos.

Los resultados obtenidos muestran cómo la actividad humana, como la industrialización, la construcción de presas y la producción de plásticos, ha dejado una huella persistente incluso en los entornos más profundos y alejados de la costa.

A partir del análisis de los niveles de metales se ha podido identificar la huella de distintas actividades relacionadas con la revolución industrial. "El uso de máquinas de vapor, que utilizaban carbón como combustible, supuso un aumento de los niveles de arsénico en el sedimento", apunta Juan Santos, investigador del Centro Oceanográfico de Vigo del IEO y primer autor del estudio.

Más tarde, se detecta un aumento de los niveles de metales como el mercurio o el plomo, que indican el desarrollo de la actividad industrial en España. "El hecho de encontrar estas señales de actividad industrial incluso en sedimentos de mar profundo (Deep Sea) alejados de la costa nos recuerda que incluso estos ecosistemas marinos profundos no son inmunes a nuestras acciones", advierte Joan Cartes, investigador del ICM.

"Hay que ver hasta qué punto este impacto ha afectado la fauna marina de estos sistemas, objetivo final del proyecto RECOMARES, que sirvió para desarrollar estos resultados", añade.

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