Calles sin electricidad durante el apagón en A Coruña.


 

El apagón eléctrico del pasado martes, 29 de abril, los dejó algunos detalles muy dignos de destacar como por caso el distinto comportamiento de los partidos políticos de las derechas (PP, Vox) y sus medios subvencionados (en Galicia tenemos el caso paradigmático de La Voz de Galicia) que colara anunciaron el fin del mundo, en relación a la mayoría ciudadana que ha dado muestras de una serenidad, una solidaridad y un espíritu cívico encomiables.

 

Asi, los primeros y siguiendo la senda que tienen trazada desde que se constituyó un gobierno de progreso en España (PSOE/Sumar) utilizarían el apagón para seguir en su ataque a este culpándolo del mismo cuando aun no están suficientemente claras las causas y los posibles responsables. Un recurrente comportamiento (pandemia de la COVID.19, borrasca Filomena, erupción volcánica en la Palma, guerra en Ucrania, genocidio en Gaza, LA DAN en Valencia, apagón eléctrico) mesquiño e irresponsable, que justifica que hablemos de las miserias de la política y la información.

 

En relación al apagón Jorge Fabra (expresidente de la Red Eléctrica Española) apuntaba a lo que en términos económicos se conoce como un cisne negro, un hecho excepcional, improbable y de grande impacto. Para este experto el sistema eléctrico español es de una enorme complejidad por lo que no se debería especular sobre las causas de este desbalance entre la demanda y la producción de energía en el que parece ser influye la particular situación de las renovables y las nucleares. Uno apunte que tiene ciertas coincidencias con la opinión de Antonio Curiel, divulgador e investigador del CSIC, que apunta la que el sistema eléctrico español tal como está planificado es inestable por haber permitido una incorporación de energía renovable sin los necesarios sistemas de estabilización que hace que la producción le cueste responder a los cambios de la demanda, que fue lo que sucedió con el apagón. Una incapacidad que este experto sitúa en el campo de las grande compañías eléctricas que, por razones de ahorro y avaricia, bien no cuentan con los sistema de estabilización necesarios -como por caso las renovables- bien son muy lentas y reaccionen tarde -las nucleares-.

 

En este contexto, marcado por la incertidumbre sobre las causas y por el temor las consecuencias presentes y futuras, chirría enormemente el comportamiento de los lideres de la oposición. De uno Núñez Feijoo (PP) que, incapaz una vez más de presentarse como un estadista, busca sacar provecho de un acontecimiento excepcional para atacar al gobierno de turno (Sumar/PSOE) y lanzar consignas contra lo actual modelo eléctrico pareciendo olvidar el papel clave que tuvo su partido (por caso con las privatizaciones y liberalizaciones llevadas a cabo por los gobiernos de J.M.Aznar, el mayor privatizador de la democracia) en la configuración del actual sistema así como los puestos muy bien remunerados que nos consejos de administración de las grandes compañías eléctricas ocupan muchos de sus exlideres y exdirixentes (también del PSOE). Igualmente de un Alfonso Rueda que cuando los problemas aparecen no duda en desviar responsabilidades al gobierno central para luego, sin que le donan prendas, culparlo de sus carencias políticas y de gestión.

 

Aunque le ven heredado el gobierno español de turno, que preside Pedro Sánchez (PSOE+Sumar), tiene también su responsabilidad. Independientemente del que nos digan las investigaciones en curso hay una evidencia indiscutible: el sistema eléctrico español, dominado por una oligarquía empresarial, está falto de regulación y de una mayor presencia del público. Una situación sistémica que favorece sus continuos abusos, por caso en los precios, y que puedan producirse situaciones como las de este apagón. Una oligarquía cuyo poder de influencia sobre la política y la información es abrumadora como estamos viendo ahora una vez más.

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