Los restos de bateas de mejillón varados en las playas de Cangas tras fuertes temporales continúan sin ser retirados por Capitanía, pese a las reiteradas peticiones del Concello y la creciente inquietud vecinal por la seguridad y la contaminación, según indican vecinos de la villa de O Morrazo.
Las playas de Areamilla y Santa Marta en Cangas acumulan desde hace semanas restos de maderas procedentes de bateas de mejillón, arrastradas hasta la orilla por los temporales que azotaron Galicia esta privamevera. El gobierno municipal asegura haber informado en dos ocasiones a Capitanía Marítima sobre la presencia de estos materiales, pero hasta el momento no se ha tomado ninguna medida efectiva para su retirada, indica Faro de Vigo.
La preocupación ciudadana se ha manifestado en numerosas llamadas al Concello de Cangas. En un primer momento, los vecinos preguntaban si podían llevarse las maderas abandonadas, pero la respuesta fue que Capitanía se haría cargo de la limpieza. Sin embargo, el tiempo ha pasado y los restos permanecen en las playas, lo que ha llevado a que ahora las llamadas se centren en reclamar la retirada de estos materiales, considerados un riesgo para la seguridad de los bañistas y usuarios del litoral.
El concejal de Urbanismo, Antón Iglesias, del BNG, ha confirmado que el Grupo Municipal de Emergencia notificó a Capitanía la situación, pero que no se ha actuado. Iglesias adelantó que el Concello insistirá de nuevo en la necesidad de retirar las maderas. Desde el gobierno local no ven problema en que los vecinos pudieran aprovechar los restos, aunque advierten de que se trata de piezas muy pesadas y difíciles de transportar, salvo que se corten en el propio lugar. No obstante, el Concello prefiere que sea Capitanía quien se pronuncie sobre la posibilidad de que la ciudadanía pueda hacerse con las maderas, ya que podrían estar consideradas como residuos de temporal y no ser reclamadas por las empresas bateeiras.
Además de las maderas, las playas de Galicia afrontan el problema de los tarugos o palillos de batea, pequeños elementos plásticos que sujetan el mejillón durante su crecimiento y que, con frecuencia, terminan desprendiéndose y acumulándose en la costa.
Actualmente, la mayoría de estos soportes son de plástico, sustituyendo a los tradicionales de madera, lo que ha generado un nuevo reto ambiental. Organizaciones ecologistas llevan años alertando sobre este tipo de contaminación, y campañas como la organizada por ADEGA han logrado retirar miles de estos elementos en unos pocos días de voluntariado.