Mikel Izal | Foto: Galiciapress

 

"No me gusta nada esa nube", dijo alguien este jueves, asomando la cabeza de su tienda de campaña o nada más subir las persianas. El cielo amaneció plomizo en una Santiago de Compostela donde su cúpula gris es parte de su idiosincrasia. Sin embargo, a mediados de junio y con una nueva edición de O Son do Camiño asomando, las previsiones de lluvia no eran el mejor de los augurios. No obstante, poco importó lo que dijesen Roberto Brasero o Martín Barreiro, porque los camiñers, ataviados con sudaderas, ponchos o chubasquero, llenaron o Monte do Gozo en el pistoletazo de salida a una nueva edición del festival compostelano, que espera nada menos que unos 42.000 asistentes por día.

 

CANTANDO BAJO LA LLUVIA

Comenzó la función con amenaza de lluvia e hyperpop, que corrió a cargo de Filloas, al que no hizo falta impermeable contra los nubarrones, solo su clásica camiseta del Coruxo para comenzar a calentar los motores del festival y dejar la pelota botando para que los ritmos urbanos de Dollas Selmouni y el eclecticismo de Paul Thin entrasen en plancha a rematar la jugada y enardecer el público antes de la llegada de Nil Moliner, el primer gran nombre de la noche.

 

El de San Feliú de Llobregat fue el primer gran nombre de la jornada y el primero en sufrir las inclemencias del tiempo, sobreponiéndose al chaparrón con su particular energía. El público, ya fuese con un anorak fluorescente o con un plástico que imitaba el estampado de una vaca, se puso a saltar y a botar de punta a punta del recinto, sin importar que el viento y la lluvia arreciasen. Con buen humor, el catalán defendió la plaza con sus temas más conocidos, como 'Soldadito de Hierro' y 'Libertad', tal vez la más coreada de todas. 

 

No obstante, no fue una canción sino un mensaje el que se llevó más aplausos: "Gracias por estar aquí apoyando la música en directo. Eso no quiere decir que estemos apoyando ningún genocidio". Una clara declaración de intenciones a la que se sumó Mikel Izal, que también tuvo unas palabras para "aquellos lugares donde llueve bombas", llamando a "sentirnos afortunados" por no tener que vivir esa tragedia en nuestras propias carnes.

 

Concierto de Mikel Izal | Foto: Galiciapress

 

La del navarro fue una actuación que transicionó desde el miedo hasta el paraíso, fiel al título de su último álbum, el primero en solitario desde la disolución de Izal. Eso no impidió que no interpretase canciones como 'Copacabana', 'Qué bien' o 'El baile' ante de cerrar con 'La mujer de verde' y 'El Paraíso', donde dejó a todos los asistentes después de un concierto lleno de emociones y mensajes como el de su prima Izaskun, que se coló para sorpresa del intérprete a darle cariño en forma de mensaje de voz. 

 

"E SE CHOVE..."

Decía en su canción de cierre que "En el paraíso no hay forma de saber / si fuera está lloviendo y no importa". En O Son do Camiño tampoco importó que, durante el turno de Franz Ferdinand, la lluvia hiciese acto de presencia y acompañada de viento, haciéndola más racheada e incómoda, lo que no impidió que por miles se congregasen para ver a los escoceses, encontrando el cenit del show durante 'Take me out', ni que varios miles más acudiesen a ver a Bryan Adams, que a sus 65 años demostró estar en una forma envidiable, capaz de ser un digno cabeza de cartel en esta puesta de largo del festival santiagués.

 

Concierto de Franz Ferdiand | Foto: Galiciapress

 

Ya los que no tenían que cambiarse de calcetines o que no tenían que madrugar el viernes se quedaron a ver a Duki, un enamorado de Galicia y del público del Monte do Gozo -es la tercera vez en cuatro años que acude al Son-, y Galician Army, encargados de echar la persiana en este día uno. Un tercio del festival cubierto. Quedan dos datas más y la lección ha quedado aprendida para la tomernta: "E se chove, que chova".

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