Este nuevo caso de corrupción (el caso Cerdán) que esta vez afecta al PSOE, que lidera el gobierno de turno, y en el que se ven implicados los últimos dos secretarios de organización (Ábalos, Cerdán) desde el punto de vista moral y ético solo cabe lamentarlo por el gran daño que le hace tanto a la credibilidad de los partidos como de los políticos y de rebote, a la propia democracia española. Hoy, con toda seguridad, la confianza ciudadana en la política está sufriendo un importante retroceso. Solo cabe esperar que, por el bien de la democracia, estemos delante de unos casos individuales de corrupción y no de un nuevo caso de corrupción sistémica como pasó con el Partido Popular (Gurtel).
A nivel político caben varias lecturas. La primera relativa a la propia acción política empezando por el gobierno de turno. ¿Cómo le va a afectar este caso de corrupción? Con total seguridad que el nivel de desconfianza en el mismo se incrementará notablemente entre la ciudadanía. Con relación a la estabilidad interna puede pensarse que Sumar intentará sacar ventaja de la debilidad de su socio aunque su margen de maniobra es muy pequeño por lo que habrá pocas o ninguna novedad. Otra cosa son los socios aunque oyendo sus primeras declaraciones parecen seguir apostando por la fórmula actual, entre otras razones por que la alternativa (PP/Vox) les resulta, hoy por hoy, impensable o cuando menos no deseable. Intentarán varios de ellos (PNV, JxCAt y Podemos, mayormente) sacar alguna ventaja política, incluso amenazarán con retirarle el apoyo (Podemos) pero, por lo que juegan, no provocarán la caída del actual gobierno.
En relación con la oposición, este caso volvió a poner en evidencia como los enemigos de este gobierno de turno no están en los partidos políticos de la derecha extrema (PP/Vox), tampoco en la talla del líder de la oposición (Núñez Feijóo) sino que están en los aparatos del Estado -el poder judicial y las llamadas cloacas- y en los medios de información y comunicación que mayoritariamente se alienan con las derechas extremas. El penoso discurso del señor Núñez Feijóo puso de nuevo en evidencia sus grandes deficiencias y debilidades, pues incluso en este momento tan favorable para sus intereses no es quien de presentarse como una alternativa de gobierno creíble y fiable. Como un candidato que se atreve a presentar una moción de censura, porque tiene una alternativa, aunque la pueda perder. Una señal de debilidad política que le está pasando factura.
No lo tiene fácil Sánchez para recuperar la confianza perdida y para finalizar la legislatura, ya que las derechas extremas intentarán intensificar aún más el brutal acoso actual. Pero si algo ha demostrado Sánchez es que ni le falta olfato político ni se acobarda delante de las adversidades. Pero harían bien él y su gobierno en salir más la calle para confraternizar con los ciudadanos y para convencerlos de las indiscutibles mejoras que está llevando adelante su gobierno quien además tiene luces largas, proyectos de futuro ilusionantes para las mayorías. Frente a los ataques de las fuerzas oscuras precisará el apoyo de las mayorías sociales.
Una incógnita nada banal estará en saber si los casos de corrupción quedan aquí o hay aún más. Otra de carácter más general es si en sistemas políticos como los actuales, con partidos jerarquizados y muy burocratizados, escasa democracia interna y nula transparencia, con miles de políticos que pueden decidir sobre millones, o miles de millones de euros de fondos públicos, a ser posible evitar una corrupción que también afecta a otras instituciones del estado y de la propia sociedad civil.