Estopa | Foto: Galiciapress

 

La traca final de la última edición del festival O Son do Camiño llegó ni antes ni después de lo programado, sino tal y como dictaba el guion. A diferencia de otros años, donde ya fuese por el clima o por otros motivos, este año el festival fue preciso y puntual en cada una de sus actuaciones. De jueves a sábado, por los dos escenarios gemelos desfilaron decenas de artistas que hicieron las delicias de un público que no tenía que preguntarse cuándo saldrían a escena, pues todos se presentaron y se despidieron a tiempo gracias a una organización que funcionó a las mil maravillas.

 

UN FESTIVAL SIN ESCENARIO B, PUES TODOS SON PRINCIPALES

Y eso que la última jornada suele ser la más complicada de todas. Con el cartel de 'No hay billetes' colgado desde hace meses para la tercera etapa del festival santiagués, la afluencia de público fue notable desde primera hora. Todo eran coches y autobuses cargados dejando a los camiñers que desfilaron en hilera como hormiguitas hasta las puertas del Monte do Gozo, que acogió a todos, decenas y decenas de miles, con los brazos abiertos.

 

Capital Voskov y Taïn, dos nombres llamados a dar mucho que hablar en la escena gallega este verano y en los años venideros, se encargaron de cortar la cinta inaugural del sábado, mientras que The Rapants asumió la responsabilidad de caldear un ambiente que amenazaba con ser, como ocurrió el jueves, tormentoso. Los muradanos con su característico buen rollo espantaron las nubes negras, que descargaron sobre Marlena, para desgracia del dúo madrileño y, sobre todo, de sus entregados fans, pues en ese momento había empezado a llenarse el anfiteatro.

 

Pese a un chaparrón breve pero intenso, nadie cedió ni un centímetro de la plaza, y Marlena pudo seguir cantando al desamor con descaro, entre red flags y malos deseos que ponen a todos a bailar. Su éxito, que quede claro, no reside en los piques entre ex. "Llevamos muchos años trabajando como para que nos digan que estamos aquí por alguna influencer o tiktoker", constataron, antes de despedirse con un último baile y poner a danzar a morenos y morenas.

 

Marlena | Foto: Galiciapress

 

Lia Kali, que se encontró con el cielo despejado y un sol que tostó a los osados que no se echaron crema solar, compitió sin saberlo con los conciertos del "otro Son", aquellos que se celebran con los infatigables disc jockeys del mal llamado escenario B, el Son Electro donde más trasnocharon los artistas que mantuvieron el listón bien alto durante tres días de música sin freno para no pocos camiñers atraídos como polillas a las luces de neón.

 

Con La La Love You cabe decir que, aunque así rece su canción, no es tanto que todo les salga mal, sino que el teatrillo de las pizzas, las llamadas...está bien, pero no para un festival donde solo tienes una hora para hacer disfrutar al público. No obstante, todo se resolvió de manera divertida con una lluvia de peluches y no fue el fin del mundo, pero tampoco el principio de algo. 

 

LA COSA VA DE HERMANOS

Dani Fernández fue el primero de los artistas que garantizaban un lleno absoluto. La figura del ex de Auryn es digna de estudio y reconocimiento. Salido de una boyband al uso, algo que nunca ha ocultado ni tratado de borrar, el recorrido de Dani Fernández no se parece al de la mayoría de cantantes para adolescentes, pues ha sabido reinventarse, encontrar una voz propia y conectar con un público que le ha arrancado de cuajo la etiqueta de ex de Auryn, sino que se refiere a él como lo que es: un artistazo de pies a cabeza.

 

Dani Fernández | Foto: Galiciapress

 

Así lo demostró junto a su jauría en el Monte do Gozo, donde reconoció no solo la labor de todos los que se esconden detrás de la organización de los conciertos, sino también a todas las bandas que lo precedieron a él y de las que tanto aprendió, como Supersubmarina, a los que honra en cada actuación. 'Sin vergüenza', un himno y una promesa, 'Todo cambia', la puerta de una nueva etapa en su carrera, o el círculo que inicia en 'Bailemos' y cierra con 'Me has invitado a bailar' fueron algunos de los temas más coreados por la platea.

 

Dani Fernández | Foto: Galiciapress

 

No sé si Dani Fernández es hijo único, pero en adelante los artistas salieron de dos en dos, primero con los Amaral y después con los Muñoz. Eva Amaral fue la única del sábado que llevó su ojo más allá de Santiago y posó su mirada en asuntos como Gaza, recordando que "lo que no se nombra, desaparece; sigamos nombrándolo", o la violencia machista, con la inmortal 'Salir corriendo'. 

 

En lo que sí pecó Amaral fue en confiar en el que el grueso del público del festival, compuesto por un buen puñado de jovencitos confusos, reconociesen a Víctor Jara y mucho menos que lo entonasen. Sin embargo, eso no deslució su actuación revolucionaria, cantando en un gallego que tiene bien aprendido, donde voló alto (literalmente) para despedir al público desde el centro de un tornado, antesala del torbellino que puso patas arriba el Monte do Gozo, porque Estopa...Estopa es Estopa, y hay que vivirlo.

 

Es difícil condensar 25 años de carrera en una hora y media. Los Muñoz no lo consiguieron, porque puede reprochárseles que no tocaron 'Nasió pa la alegría' o 'Fuego', temas icónicos de su larguísimo repertorio...pero es que tampoco tocaron ni una sola mala. Tal vez porque no tienen; tal vez porque por su simpatía, por el hecho de que nos han acompañado a muchos desde nuestra infancia o tal vez porque aparentan ser los mismos chavales que la rompieron con 'La raja de tu falda', se les perdona todo. Y porque su concierto fue equilibrado de principio a fin, deslumbrando en la fría noche compostelana, que se quedó con muchas ganas de verlos un poco más, porque Estopa nunca es suficiente.

 

Estopa | Foto: Galiciapress

 

A paso de rumba catalana comenzó a desfilar gran parte del público, algunos fatigados por tres días de conciertos, mientras la otra mitad cogía sitio para un fin de fiesta protagonizado por The Prodigy, cabezas de cartel en un Son que no renunció a su pizca de electrónica habitual, y Steve Aoki, que cerró la noche con un tartazo que pone un dulce punto y final a una nueva edición de O Son do Camiño, un festival que gusta a público, críticos y, en especial, a los artistas, que siempre que se van prometen volver a peregrinar a la catedral de los festivales de verano.  

POWERED BY BIGPRESS