En Galicia, donde muchas instalaciones industriales no fueron diseñadas con criterios de climatización o ventilación modernos, mantener un entorno de trabajo adecuado puede suponer un reto. Techos altos, materiales metálicos, procesos con generación de calor… Todo suma para que las temperaturas interiores sean, en ocasiones, difíciles de gestionar y los trabajadores, y la cuenta de resultados, los que acaben sufriendo las consecuencias.

 

Por eso, cada vez más empresas buscan alternativas de ventilación eficiente que no disparen el consumo energético ni comprometan el espacio de trabajo. Es en este escenario donde soluciones como los ventiladores HVLS han empezado a destacar. Equipos como los que diseña Smart Fan permiten mover grandes volúmenes de aire de manera suave, constante y silenciosa, ajustándose incluso a naves con una arquitectura compleja. Su funcionamiento no solo mejora la sensación térmica, sino que reduce también el gasto energético utilizado para la climatización. Y eso, para muchas pymes gallegas, es un factor decisivo.

 

La tecnología ha evolucionado tanto que hoy existen sistemas capaces de adaptar automáticamente la ventilación a las condiciones del día, integrarse con sensores de temperatura y humedad e incluso conectarse a sistemas de control ambiental. Es decir, no hablamos de una simple corriente de aire, sino de una herramienta más dentro de la estrategia de eficiencia energética de cualquier planta.

 

Cuando el ambiente se convierte en un enemigo silencioso

Hay cifras que invitan a pensar. Según datos del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, una temperatura inadecuada puede reducir el rendimiento laboral entre un 5% y un 15%. Si se suman pausas no planificadas, absentismo y una mayor rotación de personal, la factura se dispara.

 

En Galicia, donde la meteorología no siempre da tregua y muchas instalaciones están lejos de ser modernas, esto se nota aún más. Especialmente en sectores como el alimentario, el logístico o el metalúrgico, donde trabajar con calor excesivo o con humedad mal controlada no es una excepción, sino lo habitual.

 

Es aquí donde entra una solución que, aunque poco conocida fuera del sector, está revolucionando el ambiente en las naves industriales. Se trata de los ventiladores HVLS, siglas de High Volume, Low Speedventiladores industriales para naves que se instalan en el techo que mueven enormes volúmenes de aire sin generar un vendaval. Sus aspas, que pueden superar los siete metros, giran lentamente para crear una brisa constante, natural, casi imperceptible, pero muy eficaz. En verano, bajan la temperatura percibida hasta seis grados. Y en invierno, redistribuyen el calor que se queda atrapado en el techo, igualando el ambiente sin disparar la calefacción.

 

La diferencia con los sistemas convencionales es abismal. No solo refrescan, sino que reducen la humedad, evitan condensaciones, mejoran la calidad del aire… y todo eso sin apenas ruido.

 

¿Y esto cuánto cuesta? Menos de lo que ahorra

En economía industrial, la pregunta no es solo cuánto vale algo, sino cuánto deja de costar. En ese sentido, los ventiladores HVLS cuentan con un retorno de inversión rápido y medible. Algunas empresas gallegas ya han logrado recortar hasta un 45% del gasto en calefacción y un 35% en refrigeración, según condiciones del espacio y uso.

 

Esto no es teoría. En sectores como el farmacéutico, donde el control térmico es crítico, o en talleres de automoción donde el aire cargado complica la jornada, la instalación de estos ventiladores ha permitido trabajar mejor y gastar menos.

 

Una firma que ha sabido interpretar esta necesidad es Smart Fan, que combina tecnología robusta con experiencia técnica real en entornos industriales. Sus sistemas están pensados para durar años, sin apenas mantenimiento, y se adaptan incluso a naves ya en funcionamiento.

 

El confort como palanca de competitividad

Pero más allá de lo técnico, hay algo que vale aún más, el efecto humano. Porque cuando un operario entra en una nave bien ventilada, donde el aire se mueve sin agobiar, donde no hay condensaciones ni corrientes molestas, lo nota y lo agradece.

 

El confort térmico no solo evita errores o lesiones por estrés térmico. Crea entornos más seguros, más agradables y, sobre todo, más sostenibles. Una nave que necesita menos climatización para funcionar es una empresa que consume menos recursos. Y eso, hoy, también puntúa.

 

En un mundo donde la eficiencia ya no se mide solo en kilovatios o toneladas producidas por hora, sino en la calidad del entorno laboral y en la capacidad de retener talento, cuidar del aire que se respira es una decisión estratégica. Una buena ventilación no decora la empresa, sino que la transforma por dentro.


 

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