El entorno al que viajamos puede influir directamente en la evolución de una afección respiratoria. Por eso, quienes padecen enfermedades como la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) o asma deben evitar zonas situadas a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, donde la concentración de oxígeno disminuye y puede provocar un empeoramiento de los síntomas.
Aunque un viaje a enclaves elevado pueda resultar tentador, no es lo más recomendable para estos pacientes. En cambio, los destinos a nivel del mar, como playas, pueblos costeros o ciudades con buen clima y baja contaminación, son opciones mucho más adecuadas para quienes quieren disfrutar sin poner en riesgo su sistema respiratorio.
El doctor José María Ignacio García, jefe de Neumología de los hospitales Quirónsalud Marbella y Campo de Gibraltar, recuerda que no hay por qué renunciar a viajar si la enfermedad está bien controlada. “La mayoría de los destinos son aptos para personas con enfermedades respiratorias crónicas”, señala el especialista.
Volando con seguridad: cómo preparar un viaje en avión
Los aviones simulan altitudes de unos 2.000 metros, lo que implica un descenso en los niveles de oxígeno en cabina. Esto puede suponer un reto para quienes ya tienen dificultades respiratorias. Si la saturación de oxígeno del paciente está por debajo del 93%, es aconsejable llevar un concentrador portátil.
Además, es importante consultar con antelación las normativas de la aerolínea sobre el uso de estos dispositivos, ya que pueden variar. Algunos modelos portátiles permiten libertad total de movimiento durante el viaje, una ventaja clave para quienes necesitan oxigenoterapia. La adherencia al tratamiento es, según los expertos, imprescindible para mantener la estabilidad respiratoria durante el vuelo.
Antes de volar, los médicos recomiendan programar una visita con el neumólogo. Esta consulta permite evaluar la situación clínica del paciente, solicitar informes médicos si es necesario y asegurar que todo está preparado para un viaje sin sobresaltos.
Calor y contaminación: enemigos silenciosos del verano
Las altas temperaturas pueden agravar los síntomas de enfermedades como el asma o la EPOC. Según el doctor Luis Manuel Entrenas Costa, jefe de Neumología en Quirónsalud Córdoba, el calor extremo y la mala calidad del aire son factores que pueden empeorar la función pulmonar durante los meses estivales.
Para evitar complicaciones, se recomienda evitar salir entre las 12 y las 17 horas, mantener una hidratación adecuada y no abusar del aire acondicionado, que puede resecar el ambiente y favorecer la irritación bronquial. Además, llevar siempre la medicación, incluso en trayectos cortos, es fundamental.
Las aplicaciones móviles que permiten revisar la calidad del aire en tiempo real son una herramienta útil para elegir rutas y evitar zonas con alta contaminación. Y si durante el viaje aparecen nuevos síntomas o un empeoramiento, es clave contactar con el especialista cuanto antes.