Seguiremos con una bicefalia que se ha cronificado, esperando tiempos políticos no tan polarizados
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
El centralismo histórico de Madrid, en donde sus líderes interpretan una España homogénea, políticamente y culturalmente hablando y el nacionalismo exacerbado de Barcelona, degeneró en una polaridad entre estas dos ciudades, que a contaminado de forma errónea al resto de España, ignorando de esta manera las peculiaridades lingüistas y culturales del resto de las comunidades autónomas.
Si, digo bien, incluyo a Cataluña, esta siempre se ha beneficiado de los distintos gobiernos y regímenes, con concesiones constantes por parte del estado. La desaparición de los antiguos gobiernos civiles, así como entre otras concesiones, del servicio militar obligatorio, en el Pacto del Majestic del año 1996, entre Jordi Pujol y José María Aznar, nunca se ha traducido en beneficios de desarrollo económico para el resto de las autonomías. El centralismo creciente y compartido entre Madrid y Barcelona ha acrecentado el nivel de despoblación que se refleja en la España vaciada, con las desgraciadas consecuencias que ya todos conocemos, quemándose en lo que va de año en torno a las 382.000 hectáreas, según el Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS). Por otro lado el crear la Comunidad Autónoma de Madrid fue un error, cuando tenía que tener un estatus especial como capital de estado, pero nunca como autonomía.
El victimismo de Cataluña a día de hoy, solo se entiende por el interés de una élite económica y por el ansia de esta de ser un estado, que satisfaga su estatus, pero no el del resto de los catalanes, que en muchos casos, aún queriendo ser independientes, sería una ambición política, por supuesto, pero posiblemente una ambición muy distinta a la de la burguesía catalana y sobretodo la de Barcelona. Élites que en su día pivotaban entorno a las desparecidas siglas de Convergencia i Unió.
Según el último barómetro del Centre d,Estudis d,Opinió de la Generalitat (CEO), el CIS catalán, el 54% de los catalanes estarían en contra de la independencia (año 2024), este porcentaje posiblemente sería muy distinto en aquella parte de la burguesía catalana que está más ideologizada. En el caso de Madrid, está claro que la independencia, no la necesitan reclamar, si no, que ya la tiene desde siempre como capital de estado y con un centralismo reforzado, al considerar esta provincia como autonomía, generando de esta manera nuevos organismos públicos.
La Comunidad de Madrid supone el 20% del PIB nacional, siendo el motor económico y de creación de empleo a nivel nacional y por lo tanto aplicando sus gobernantes, políticas liberales y rebaja de impuestos, aún pudiendo defender algo estas posiciones, sería una realidad socioeconómica circunscrita a este territorio, pero no a una mayoría de las comunidades autónomas cuya realidad y PIB es muy distinto, sin poder disfrutar de los beneficios que supone el ser capital de estado, aunque también ello tiene sus inconvenientes.
Seguiremos con una bicefalia que se ha cronificado, esperando tiempos políticos no tan polarizados, que amortigüen en cierta medida el centralismo de ambas ciudades.