La responsable de Galuriña en una foto de Craega en Biocultura

María Carmen Sánchez Sánchez, titular del negocio Galuriña en Esteiro (A Coruña), ha sido distinguida por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con el segundo premio en la categoría de Excelencia a la Innovación en la Actividad Pesquera o Acuícola. Este reconocimiento nacional recae sobre su pionera línea de productos de panadería enriquecidos con macerados de algas propias, cultivadas y procesadas en las rías gallegas, una iniciativa que refleja el fuerte potencial innovador del sector agroalimentario gallego y su compromiso con la sostenibilidad.

 

La entrega de galardones se celebrará el próximo 15 de octubre en Madrid, coincidiendo con el Día Internacional de las Mujeres Rurales. En esta edición, el ministerio ha repartido premios de 18.000, 12.000 y 7.500 euros entre las ganadoras de cada una de las cuatro categorías. El proyecto de Galuriña obtiene el segundo premio, dotado con 12.000 euros, consolidando a Carmen Sánchez como un referente de la innovación rural a nivel estatal y como ejemplo de mujer emprendedora en el ámbito marítimo gallego.

 

Galuriña es una iniciativa que ha conseguido fusionar recetas tradicionales con tecnología e investigación punteras. La masa de sus empanadas y pizzas incorpora un fermento especial a base de algas gallegas, sin aditivos químicos y con ingredientes ecológicos certificados, lo que otorga al producto unas cualidades nutricionales y organolépticas únicas. Esta receta surge a partir de antiguos documentos familiares del siglo XIX, adaptados a la producción contemporánea y a las demandas actuales de los consumidores preocupados por la alimentación saludable.

 

Según subraya el Ministerio de Agricultura, la labor de Sánchez Sánchez y otras premiadas a nivel estatal “refuerza el compromiso del ministerio con la igualdad de género, el acceso de las jóvenes a la actividad agraria y la diversificación económica como herramienta indispensable para frenar el despoblamiento rural”.La firma, con certificación ecológica de Craega, ha conseguido visibilizar este alimento tan vinculado con la costa gallega y convertirlo en protagonista de recetas que preservan la esencia de la cocina local pero que miran hacia el futuro.

 

El motor de Galuriña es la innovación. Desde su obrador en Esteiro, Muros, Carmen recoge algas de la ría de Muros-Noia, procesándolas íntegramente de manera artesanal antes de incorporarlas a la masa de sus empanadas y pizzas. Estas masas fermentadas, en cuya elaboración las algas aportan textura, sabor y valor nutricional, constituyen la base de unos productos que aspiran a recuperar alimentos del litoral gallego y a fomentar una alimentación saludable y sostenible.

 

Las empanadas se presentan en tres tamaños y hasta siete sabores diferentes, entre los que se encuentran mejillón, pulpo, atún, caballa, bacalao y opciones veganas elaboradas con una mezcla única de algas y setas. Para la harina, se utiliza un molino de piedra, manteniendo así una de las tradiciones más arraigadas de la región y elevando la calidad final del producto.

 

El secreto está en la masa

 

El ingrediente más destacado que diferencia a Galuriña del resto de obradores es el empleo de algas deshidratadas y maceradas, que no sólo otorgan sabor, sino propiedades digestivas y probióticas. Las algas utilizadas —Himanthalia, wakame, ulva, nori y codium, todas recogidas en Galicia— han sido certificadas por el CRAEGA, garantizando un proceso respetuoso con el medio ambiente.

 

La elaboración de las masas ecológicas no sólo responde a la demanda de un público preocupado por la sostenibilidad, sino que recupera una receta inspirada en un libro del siglo XIX conservado en la familia de la fundadora. A partir de una investigación constante y con la curiosidad que caracteriza a Carmen, la empresa ha ido perfeccionando una técnica de fermentación única y natural, consiguiendo que el producto final sorprenda incluso a los consumidores más escépticos.

 

No obstante, la aceptación inicial de las algas como ingrediente en la panadería fue un reto, como admite la fundadora en entrevistas recientes. Pero el resultado convence: “No es un sabor fuerte, y la gente termina apreciándolo porque les aporta algo diferente y saludable”, aseguran desde Galuriña.

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