Pias, Maceda, en una imagen de Google Street View

 

El desaparecido mide 1,60 metros, es calvo y de complexión normal. Vestía una cazadora negra y un chaleco reflectante en el momento de su salida, lo que podría facilitar su localización. Según han confirmado fuentes de la Guardia Civil, el hombre no padece enfermedades conocidas ni presenta problemas de orientación, por lo que la desaparición ha generado una gran inquietud entre los vecinos de la zona.

 

Un operativo con medios terrestres y drones

Nada más comunicar la desaparición, se activó un dispositivo de búsqueda coordinado por la Guardia Civil, en el que participan los Grupos de Emergencias Supramunicipales (GES) de Maceda, Laza y O Pereiro de Aguiar, así como los equipos de Protección Civil de Maceda, Vilar de Barrio y Baños de Molgas. Durante la noche del domingo, la búsqueda se intensificó con la incorporación de la Unidad Operativa de Drones del Grupo de Apoyo Logístico (GALI), dependiente de la Agencia Gallega de Emergencias (Axega), que emplea aeronaves equipadas con cámaras térmicas para rastrear zonas de difícil acceso.

 

Los esfuerzos se concentraron desde el primer momento en los montes y senderos próximos al núcleo de Pías, un área de abundante vegetación y relieve irregular, lo que complica la visibilidad incluso en condiciones diurnas. Los equipos de rescate trabajaron durante toda la noche pese a la poca luz y las bajas temperaturas, sin que, por ahora, se haya producido ningún resultado positivo.

 

La búsqueda se refuerza con la luz del día

A primera hora de este lunes, el operativo se reanudó con nuevas unidades y voluntarios, aprovechando la mejora de la visibilidad diurna para cubrir zonas que durante la noche eran inaccesibles. La Guardia Civil mantiene la coordinación y ha solicitado la colaboración ciudadana, apelando a cualquier persona que pueda aportar información sobre el paradero del desaparecido.

 

Las desapariciones de personas mayores en entornos rurales, especialmente en época de recogida de setas, son un fenómeno que se repite cada otoño en Galicia, donde la tradición micológica lleva a muchos vecinos a adentrarse en zonas boscosas. Los expertos en emergencias recuerdan la importancia de llevar siempre un teléfono móvil, ropa llamativa y avisar de la ruta antes de salir al monte.

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