Deportivo-Ceuta

 

 

 El Deportivo de A Coruña encadenó hoy su cuarta victoria consecutiva al imponerse (2-1) a un batallador Ceuta en Riazor, afianzándose en el liderato de la clasificación. Fue un triunfo forjado con la picardía de su joven estrella, Yeremay, y la pegada del recién ingresado Stoichkov, que sirvieron para superar un "partido trampa" ante un rival bien plantado que vendió muy cara su derrota.

 

Si la historia reciente del Dépor contiene ecos de tiempos sombríos, como aquel vaticinio de descenso de Jagoba Arrasate hace justo siete años, hoy la narrativa es otra, aunque el camino siga sembrado de dificultades. Este Dépor sabe sufrir y, sobre todo, sabe ganar.

 

Yeremay, el motor en el laberinto

 

El conjunto de Hidalgo, a pesar de asumir el protagonismo con el balón, se estrelló de inicio contra el muro táctico que levantó el Ceuta. Los visitantes, sin complejos, esperaban atrás y salían con vertiginosa velocidad. De hecho, fue el portero blanquiazul, Germán Parreño, quien tuvo que sacar a relucir todo sus saber para desviar un peligroso tiro cruzado de Konrad, que metía el miedo en el cuerpo a una grada deseosa de tranquilidad.

 

Al Dépor le costó encontrar el ritmo y la precisión para desarmar la defensa ceutí. En ese atasco emergió la figura de Yeremay, el '10' blanquiazul, que se enfrascó en un ataque total para romper el empate. Solo Quagliata y Mulattieri lograron entenderse con el canario en las incursiones iniciales.

 

El desequilibrio llegó al filo del descanso, gracias a una acción de estrategia y pillería pura. Después de que Vallejo evitara in extremis un cabezazo de Mulattieri, Luismi Cruz sacó el córner raso, buscando a Yeremay en el primer palo. El de El Polvorín se revolvió y conectó un disparo rápido que Carlos Hernández interceptó con tan mala fortuna que lo desvió hacia su propia meta (1-0). Un gol de la nada, que sirvió para desbloquear el marcador y enviar al equipo con ventaja a los vestuarios. Justo antes del intermedio, el Dépor pudo doblar la renta en una triple ocasión, que terminó con el larguero escupiendo un rechace cazado por Luismi.

 

Sentencia y sufrimiento hasta el final

 

Tras el descanso, Hidalgo ajustó las piezas y el Dépor salió con un brío renovado. El equipo buscó con ahínco el gol de la tranquilidad. Yeremay siguió siendo el foco, produciendo un centro peligrosísimo que rozó el segundo. Sin embargo, el aviso más serio lo dio el Ceuta, con un lejano disparo de Marcos (o Bodiger, según la fuente) desde la medular ante la salida de Parreño, que se perdió a escasos metros de la escuadra.

 

El míster movió el banquillo e introdujo a Stoichkov y Mella por Mulattieri y Luismi, y el efecto fue inmediato. Apenas unos minutos después de entrar, el delantero andaluz cazó una magnífica asistencia en largo de Dani Barcia y, con gran temple, picó el balón sobre la salida de Vallejo para firmar el 2-0.

 

El choque parecía resuelto, pero el Ceuta no estaba dispuesto a rendirse. Anuar encabezó la revuelta y el visitante Marcos, a la salida de una acción a balón parado, empujó el balón a gol para recortar distancias (2-1).

 

Los últimos minutos se convirtieron en un ejercicio de sufrimiento para la afición herculina. El Dépor tuvo la oportunidad de sentenciar en una contra que Yeremay desaprovechó en el mano a mano, y el Ceuta acarició el empate en el descuento cuando Diego González remató fuera a puerta vacía.

 

Finalmente, el marcador no se movió. Un 2-1 sufridísimo que da los tres puntos al Dépor y lo mantiene en la cima de la tabla. El conjunto blanquiazul sigue demostrando que los ascensos, además de con buen fútbol, requieren estrategia.

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