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Esta semana pasada estuvo marcada por una efeméride: el 20 de noviembre se cumplieron cincuenta años de la muerte de uno de los dictadores más crueles y sanguinarios del siglo XX. Una muerte que abriría la puerta a la posibilidad de que España se convirtiera en una democracia homologable a las que existían en Europa occidental. Oportunidad para hacer balance de, por ejemplo, dónde estamos hoy en día en relación a desde dónde partimos y también a dónde me los quería llegar.

 

Resulta indiscutible que España, y con ella Galicia, es hoy una democracia consolidada. Una democracia con déficits pero que también dio importantes pasos adelante en las esferas política, económica y social. Una democracia política, con libertades y derechos democráticos reconocidos constitucionalmente, con importantes avances en la descentralización -ahí están por caso los gobiernos autonómicos con sus respectivos estatutos-, integrada en Europa y por tanto no aislada, más igualitaria -más y mejores prestaciones sociales y derechos laborales- y que en un momento en el que la recesión económica amenaza al viejo continente aparece, según todos los organismos internacionales competentes, como una referencia económica en Europa. Una España, en definitiva, que en nada se parece la aquella que dejó el dictador.

 

Pero.....no se puede negar que en el horizonte aparecen preocupantes nubes negras. Así, España no escapa a un fenómeno que afecta prácticamente a todo el Occidente como es el auge que las fuerzas totalitarias están adquiriendo en los escenarios político y social. Fuerzas que nos quieren retrotraer a años felizmente superados. En España estas fuerzas políticas (PP/Vox), con la complicidad de sus aliados judiciales, mediáticos y económicos, quieren tanto mermar los derechos y libertades que nos costó mucho conquistar como llevarnos a un estado (aun) más desigual, centralizado y con actitudes totalitarias.

Por su parte, si la Galicia actual en nada se parece a la que dejó el franquismo pues este país es, hoy por hoy, una democracia consolidada, con importantes avances en materia autonómica y también mejoras en bienestar social (pensiones), también es cierto que a causa del largo dominio conservador (PPdeG) es hoy un país menguante que no solo sigue soportando el éxodo de su juventud, la más preparada de su historia, sino que ve como su sistema productivo se debilita, su patrimonio público se privatiza, sus recursos naturales y su medio ambiente se deterioran y sus personalidad, cultura y lengua desaparecen por el desprecio que hacia ellas muestran las autoridades autonómicas.

 

Unas autoridades autonómicas que por razones políticas partidarias, a causa de una estrategia de confrontación con el gobierno español de turno (PSOE/Sumar), se niega a sumarse a los avances que en materia de bienestar social y derechos democráticos, también de medio ambiente, está aquel poniendo en marcha -he ahí por caso lo que está pasando con los servicios públicos más básicos, con la defensa de los recursos naturales..-. Porque, si resulta indiscutible que España cuenta con el gobierno más progresista de su historia, el que más ha hecho por las clases de rentas medias y bajas, también es cierto que Galicia sigue prisionera de unas fuerzas totalitarias y retrógradas (PPdeG) que buscan impedir que este país camine al mismo ritmo que lo hace esa España que es exaltada en los escenarios internacionales.

 

En este marco, esta efeméride debería ayudar la que los demócratas gallegos, junto con el resto de los demócratas de los pueblos de España, no perdamos de vista el pasado aunque sea para impedir que volvamos a donde nunca deberíamos haber estado: “nunca más”. Efemérides que sirva para que seamos conscientes de que es mucho lo que podemos perder.

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