Archivo - Coches en la planta de Stellantis en Figueruelas (Zaragoza).

 

La factoría de Stellantis en Vigo, motor indiscutible de la economía gallega, vive una paradoja que ha tensado la cuerda entre la patronal y la parte social. Mientras las líneas de montaje funcionan a un ritmo frenético, rozando volúmenes que no se veían desde hace casi dos décadas, la dirección de la planta ha puesto sobre la mesa la necesidad de blindarse ante posibles imprevistos. En las reuniones celebradas este martes, la empresa ha oficializado su deseo de ampliar el Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) actual, solicitando un paquete de 50 días de suspensión, a los que se podrían sumar otros 25 adicionales si la coyuntura lo requiere. Esta prórroga del mecanismo de protección se extendería a lo largo de todo el próximo año y alcanzaría hasta diciembre de 2026.

 

El planteamiento ha caído como un jarro de agua fría entre algunas fuerzas sindicales, que ven una contradicción flagrante entre la realidad productiva y la solicitud de ayudas. La fábrica olívica se encamina a cerrar el presente ejercicio con unos números envidiables, con previsiones de superar el hito histórico de ensamblaje establecido en 2007. 

 

De hecho, el expediente de regulación vigente apenas ha tenido impacto real debido a la alta demanda; según datos del SIT-FSI, tan solo se han consumido 11 jornadas de adecuación en lo que va de curso. Para los representantes de los trabajadores, la foto fija de la planta muestra una salud de hierro que hace difícil justificar medidas de ajuste propias de tiempos de crisis.

 

Para 2025, tras sucesivas negociaciones, se aprobó un ERTE de 75 jornadas laborables por trabajador, inicialmente planteado como 85 días pero finalmente rebajado. En 2023, el acuerdo contemplaba un ERTE de 60 días, ampliables a 75 días si fuese necesario. 

 

Fricción por el uso de recursos públicos

Desde Comisiones Obreras (CC.OO.) han manifestado su negativa a aceptar este nuevo esquema de suspensión, argumentando que no tiene encaje lógico cuando la empresa presenta simultáneamente un calendario laboral saturado de días de alta producción y jornadas especiales. Por su parte, la Central Unitaria de Traballadores (CUT) ha sido aún más dura en su diagnóstico, criticando que la multinacional pretenda sostener su flexibilidad organizativa valiéndose del dinero de los contribuyentes y de las prestaciones por desempleo de la plantilla, en lugar de apostar por una planificación interna responsable y acorde a sus beneficios.

 

El clima de la negociación se prevé complejo, ya que la dirección busca cerrar este acuerdo como un "seguro" ante la volatilidad del mercado automovilístico global, mientras que la parte social exige que los récords de fabricación repercutan en mejoras tangibles y no en recortes preventivos. La CUT ha calificado el inicio de estas conversaciones como un "maratón", denunciando que la empresa intenta mezclar diferentes negociaciones en un mismo paquete para diluir la importancia de cada medida y presionar a los trabajadores mediante el agotamiento informativo.

 

Cambios en los ritmos de trabajo y relevos

Más allá del ERTE, la reestructuración de las condiciones laborales dentro de los talleres también ha ocupado gran parte del debate. La alta demanda de las furgonetas K9 ha llevado a la empresa a proponer modificaciones sustanciales en la operativa diaria. Específicamente, en el taller de Ferraje, la dirección plantea sustituir las paradas conjuntas por un sistema de relevos para las pausas fisiológicas. Esto implicaría que la cadena no se detendría para que los operarios acudan al baño, sino que se irían cubriendo unos a otros, una medida que busca maximizar el tiempo efectivo de producción pero que los sindicatos temen que precarice los descansos y aumente la carga física.

 

Paralelamente, se ha constituido una mesa técnica para abordar la unificación de los descansos en la Nave S. La intención de la compañía es hacer definitiva la modalidad de paros unificados, mientras que los sindicatos advierten que las infraestructuras actuales de la fábrica, como aseos y áreas de descanso, son insuficientes para absorber a tanto personal simultáneamente. 

 

La parte social reclamará, por tanto, una ampliación de los tiempos de pausa para compensar las aglomeraciones y garantizar un descanso de calidad que proteja la salud de los operarios ante los ritmos exigentes que impone la multinacional.

 

Calendario de 2025 y salidas pactadas

En el horizonte inmediato también se encuentra la definición del calendario laboral para 2025, un año que se anticipa igual de intenso. La dirección ha propuesto fijar 15 días de inactividad total, lo que obligaría nuevamente a fraccionar las vacaciones de agosto, una práctica que genera malestar por dificultar la conciliación y el descanso estival continuado.

 

 Frente a esto, propuestas sindicales como la de la CUT abogan por concentrar las vacaciones en bloques de tres semanas consecutivas en verano y asegurar puentes en Navidad, buscando que los días de adecuación sirvan realmente para la desconexión de la plantilla y no solo para cubrir los huecos que le interesan a la empresa.

 

Finalmente, las reuniones han servido para hacer balance del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de carácter extintivo que finalizó en noviembre. Según los datos aportados, 56 trabajadores se acogieron a estas bajas voluntarias, una cifra que los sindicatos consideran que demuestra el interés de parte de la plantilla, especialmente la de mayor edad, por desvincularse de la fábrica si las condiciones son dignas. Por ello, ya han trasladado a la dirección la petición de abrir un nuevo proceso de salidas incentivadas para 2025. 

 

Ambas partes están citadas de nuevo este viernes, momento en el que Stellantis deberá presentar su oferta definitiva sobre el ERTE y la organización de los turnos.

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