Actualmente, la falta de personal es uno de los problemas más acuciantes para los guardias civiles destinados en nuestra comunidad. Se estima que en Galicia faltan entre 800 y 900 efectivos para cubrir las necesidades actuales. A nivel nacional, la carencia se eleva a unos 20.000 agentes. Si buscamos las raíces de este problema, nos encontramos con una tasa de reposición que no se ajusta a la realidad del cuerpo. Esto se debe a cálculos que no se ajustan a una realidad numérica acuciante. La reposición solo tiene en cuenta las jubilaciones (65 años), dejando a un lado a quienes pasan a la situación de reserva cumplidos los 58 años. Esto último es una prejubilación que retira agentes de la seguridad ciudadana sin que se convoquen nuevas plazas para sustituirlos inmediatamente.
Se añade a esto la falta de contabilización sobre las vacantes producidas por ascensos o cambios de especialidad, lo que merma la escala básica encargada de patrullar los pueblos. Y este factor, junto a otros, hace que la plantilla de agentes esté envejecida, con una edad media que ronda los 47-48 años. Con las promociones masivas de los años 90 próximas al retiro, se prevé una pérdida importante de personal en la próxima década si no se acelera la entrada de nuevos guardias. Y una de las principales consecuencias de este envejecimiento es el aumento en los tiempos de respuesta. En zonas como Valdehorras o la Costa da Morte, un ciudadano puede esperar desde 40 minutos hasta dos horas por una patrulla.
MATERIAL PARA EL SIGLO XXI
Las fuentes consultadas, cercanas a la AUGC y la AEGC, hablan de un equipamiento técnico que también presenta deficiencias significativas. Una de las más importantes es la obsolescencia tecnológica. No es que no se invierta en material moderno y de última generación, es que ese material, cuando llega físicamente a las manos de los agentes, ya está obsoleto. Esto es achacado al sistema de compra mediante pliegos públicos pues, desde que son emitidos y se puede realizar la incorporación de una tablet, por ejemplo, el modelo y sus prestaciones pueden estar desfasados unos cuatro o cinco años.
Sobre el parque móvil, los vehículos que actualmente maneja la Guardia Civil incluyen eléctricos e híbridos. Sin embargo, estos presentan carencias en el medio rural, donde los servicios pueden implicar desplazamientos de hasta 80 kilómetros en terrenos complejos. Además, buena parte de los coches y todoterrenos están anticuados o han traspasado su vida útil.
Por último, y algo realmente importante para cualquier miembro del Cuerpo, los medios de defensa. En ese sentido, se ha estado demandando desde hace mucho tiempo la incorporación de pistolas incapacitantes (taser), muy útiles para afrontar con seguridad situaciones de peligro ante personas agresivas. El reparto de este tipo de material está siendo muy lento.
CIERRE DE CUARTELES, ¿POR QUÉ?
La actual distribución de los cuarteles en Galicia responde a un modelo de los años 70 que no encaja con la realidad poblacional de 2025. Y es que hace más de cincuenta años, el reparto y distribución poblacional era absolutamente distinto al actual. Zonas que antes estaban pobladas o municipios con un mayor número de habitantes, ahora se han convertido en espacios vacíos o escasamente poblados.
Esto se ha visto reflejado en la política que se mantiene con respecto a los cuarteles. Los hay que apenas cuentan con 5 o 6 efectivos que no pueden abrir las 24 horas ni garantizar patrullas constantes. Esto obliga a los ciudadanos a desplazarse a otras localidades para poner denuncias y realizar otros trámites para los que es necesario presentarse ante la Guardia Civil. Por tanto, muchos de los cuarteles cierran de noche ante la reducción de horarios para la atención a la ciudadanía, fruto del escaso número de efectivos.
Asociaciones profesionales, como la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), señalan que mantener muchos cuarteles pequeños es ineficiente y costoso. Sin embargo, los alcaldes se oponen a su cierre por el temor a la pérdida de servicios, aunque concentrar efectivos en puestos más grandes permitiría tener más patrullas en la calle.
¿QUIÉN PATRULLA?
Ante la escasez de agentes, la Guardia Civil ha tenido que reorganizarse de forma precaria. Así, han aparecido patrullas conjuntas como en la zona de Vilalba, donde varios puestos unen sus escasos efectivos para sacar una sola patrulla a la calle. Esto significa que una sola unidad debe vigilar el territorio que originalmente correspondía a tres o más puestos.
Ante esta situación, se recurrido a la creación de unidades como la USECI (Unidad de Seguridad Ciudadana) en Lugo y Ourense para apoyar a los puestos rurales. Sin embargo, esto se considera un parche y no una solución definitiva. En cuanto a las unidades especializadas como es el SEPRONA, la falta de personal está obligando a una "reestructuración", reduciendo patrullas en zonas costeras como A Mariña para reforzar otras áreas.
MÁS DIÁLOGO, POR FAVOR
Las asociaciones profesionales, entre ellas la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) y la AUGC, reclaman una mayor apertura ante lo que consideran una falta de diálogo por parte del Ministerio del Interior. Afirman que el Ministro no se sienta a negociar mejoras en las condiciones laborales o la declaración de profesión de riesgo, estatus que sí tienen policías locales y bomberos. Los profesionales perciben que la seguridad ciudadana no es una prioridad actual para el Gobierno, que parece actuar solo ante "titulares" de prensa o incidentes graves.
La Guardia Civil en Galicia requiere urgentemente una reestructuración territorial para superar el modelo de pequeños puestos, además de una ampliación real de la plantilla que compense el envejecimiento de los agentes. Sin una inversión decidida en infraestructuras modernas y tecnologías actuales, el cuerpo seguirá enfrentando las nuevas delincuencias —como la ciberdelincuencia— con herramientas del siglo pasado y una presencia en el territorio cada vez más diluida.