BESTEIRO CASO ACOSO TOME El secretario general del PSdeG y portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro, ofrece una rueda de prensa tras la reunión de la Co

La narrativa oficial que llega desde Ferraz choca frontalmente con la realidad que se respira estos días en la sede del PSdeG en Santiago. Mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sacaba pecho ayer de la "contundencia" y el carácter "pionero" de los protocolos socialistas frente al machismo estructural, en Galicia el partido se asoma al abismo. La gestión de las denuncias por presunto acoso sexual contra José Tomé, hasta ahora barón provincial de Lugo, ha colocado al secretario xeral, José Ramón Gómez Besteiro, en una situación de extrema fragilidad política.

 

La indignación interna ha cristalizado en un movimiento sin precedentes recientes. Lo que comenzó como un malestar soterrado es ya un desafío abierto a la dirección autonómica: el manifiesto impulsado por personas afines a la alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, cuestionando la tibieza de la respuesta del partido ante el escándalo de Tomé, ha superado las 400 rúbricas. No se trata solo de militancia de base; el documento cuenta con el respaldo de la "vieja guardia" del socialismo gallego, incluyendo a los expresidentes de la Xunta Emilio Pérez Touriño y Fernando González Laxe, así como a referentes como Xoaquín Fernández Leiceaga o Ricardo Varela. La magnitud de los firmantes evidencia una profunda fractura interna que amenaza la estabilidad del proyecto de Besteiro.

 

En este tablero de ajedrez, los silencios son tan atronadores como las firmas. Si bien Inés Rey ha asumido el liderazgo moral de la protesta, todas las miradas se dirigen hacia Vigo. El alcalde Abel Caballero, quien comparte con Rey la mayor cuota de poder municipal del partido, no ha criticado públicamente a Besteiro. Sin embargo, su entorno ha movido ficha: la firma de Laura Iglesias, concejala de Igualdad en Vigo y fi, se interpreta como un aviso a navegantes. 

 

 Es un secreto a voces que cualquier intento de desestabilizar orgánicamente al actual secretario xeral estaría condenado al fracaso sin el beneplácito de Caballero. Un posible nuevo pacto de equilibrio interno entre el PSdeG de A Coruña ciudada, liderado por Rey y el PSdeG de la provincia de Pontevedra, liderado por Caballero,  podría determinar el futuro de una eventual nueva dirección del partido.

 

Voces femeninas frente al silencio del aparato

La regidora coruñesa, a quien muchos señalan ya como el relevo natural para liderar el PSdeG en el futuro, ha endurecido su discurso en las últimas horas. Rey ha puesto el dedo en la llaga al denunciar la falta de apoyo explícito por parte de los varones con mando en plaza. "Se ha echado en falta las voces de los hombres poderosos de mi partido", lamentó, subrayando la soledad de las mujeres a la hora de condenar estos comportamientos. La paradoja es servida: mientras históricos retirados como Leiceaga se suman a la condena, el actual aparato, representado por el líder provincial coruñés Valentín González Formoso y el propio Besteiro, mantiene un perfil bajo que muchos interpretan como una falta de sororidad política.

 

La crisis se ha cobrado ya su primera víctima política en la ejecutiva gallega con la dimisión de Silvia Fraga. una persona próxima a Rey. La hasta ahora secretaria de Igualdad abandonó su puesto enarbolando un necesario gesto de dignidad, rechazando la gestión de los tiempos y la comunicación realizada por el entorno de Besteiro, que inicialmente negó conocer las denuncias, algo que al final se demostró no era cierto. Su salida no es un hecho aislado, sino que valida las tesis de quienes sostienen que la dirección priorizó el control de daños sobre la protección de las víctimas. La renuncia de Fraga ha servido de catalizador para quienes exigían coherencia ética más allá de las siglas.

 

Desde la dirección del PSdeG intentan contener la hemorragia defendiendo la corrección del procedimiento. Patricia Iglesias, miembro de la ejecutiva y próxima a Besteiro, manifestó ayer su respeto por las firmantes del manifiesto, aunque defendió que se actuó con la celeridad debida una vez que la denuncia entró en el canal oficial. Iglesias aprovechó para pasar al contraataque y desviar el foco hacia el Partido Popular, lanzando una durísima acusación: recordó que el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ocultó presuntamente una denuncia penal por violación durante meses contra un conselleiro, Alfonso Villares, a quien se le organizó una despedida con "abrazos y vítores". Una estrategia del "y tú más" que busca evidenciar una doble vara de medir en el tratamiento mediático de los escándalos.

 

La sombra de  "Código 10"

Más allá de la batalla orgánica, el verdadero temor que recorre la espina dorsal del PSdeG tiene nombre de programa de televisión. Fuentes cercanas al caso aseguran que Besteiro no era ajeno a la situación de Tomé antes de que estallara públicamente. De hecho, se habla que el caso circulaba en los chats de la militancia. Según estas informaciones, fue la madre de una de las víctimas —una mujer conocida personalmente por el líder socialista— quien contactó con él para pedirle auxilio ante el acoso que sufría su hija. La posibilidad de que existan pruebas de este conocimiento previo y de la inacción del líder gallego es la espada de Damocles que pende sobre su cabeza.

 

El programa de sucesos "Código 10" (Cuatro), que destapó las grabaciones y los detalles más escabrosos del caso, promete nuevo material que podría ser definitivo. Si se confirma que el secretario xeral ignoró una petición de ayuda directa de una militante o su entorno familiar, su posición sería cada vez más insostenible. El miedo a que el goteo de pruebas en televisión desmonte la versión oficial de que se actuó "en cuanto se supo" ha instalado el nerviosismo en el núcleo duro de Besteiro, que ve cómo la agenda mediática marca el paso de su supervivencia política. Mientras, él lleva sin hablar desde el viernes. Es evidente que no está cogiendo el toro por los cuernos. 

 

En definitiva, lo que está en juego ya no es solo la depuración de responsabilidades por el comportamiento de José Tomé, sino la credibilidad de todo el proyecto socialista en Galicia. Con un Pedro Sánchez defendiendo en Madrid un "feminismo de hechos" y un PSdeG incapaz de cerrar su crisis interna, Besteiro se encuentra acorralado. Sin el cierre de filas de sus barones y con la amenaza de nuevas exclusivas televisivas, el líder gallego afronta sus días más difíciles con su liderazgo cuestionado desde todos los flancos.

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