El intento de última hora por frenar el conflicto ha resultado infructuoso después de que las sesiones de mediación, celebradas durante el miércoles y el jueves terminaran sin un acuerdo con la patronal que satisfaga las demandas sociales.
Esta parálisis en las negociaciones ha desembocado en que la convocatoria de huelga para este viernes 19 de diciembre se mantenga plenamente activa, repitiendo un escenario de tensión que ya se vivió en anteriores jornadas de protesta este mismo mes.
En Santiago, la realidad en las estaciones y cocheras desde primera hora de la mañana es de una inactividad casi absoluta debido a que los servicios mínimos del autobús urbano no han podido salir según lo previsto en el inicio del turno. La presencia de piquetes informativos ha sido determinante para frenar el arranque de las rutas, lo que supone un golpe directo a la planificación de miles de ciudadanos que dependen del transporte público para sus desplazamientos diarios en el entorno metropolitano de Compostela. En A Coruña tienen algo más de suerte, pues el autobús urbano tiene convenio propio por lo que no le afectan estas huelgas.
Pulso laboral durante la Navidad
Esta situación de bloqueo se ha hecho especialmente visible en la capital gallega, donde fuentes del gobierno local han confirmado que la acción de los manifestantes ha impedido el movimiento de los autobuses del transporte urbano de Santiago de Compostela.
El núcleo del malestar de los trabajadores reside en un convenio colectivo caducado desde hace cuatro años, una situación que consideran insostenible ante el incremento del coste de vida. Las organizaciones sindicales CIG, UGT y CC.OO. están unidas en las protestas para denunciar que la falta de actualización salarial y el deterioro de las condiciones de trabajo están asfixiando a un sector esencial para la vertebración del territorio gallego.
Más allá de la cuestión económica, los empleados del sector exigen medidas urgentes de conciliación de la vida familiar y laboral que actualmente consideran inexistentes. Reclaman de manera enérgica que se ponga fin a lo que califican como jornadas abusivas, solicitando una reducción efectiva de las horas de conducción para garantizar no solo su bienestar personal, sino también la seguridad de los pasajeros que utilizan el transporte por carretera cada día.
Un conflicto sin salida inmediata
La cronología de esta crisis laboral muestra una escalada de tensión que tuvo su primer aviso el pasado 4 de diciembre y que se ha ido recrudeciendo con el paso de las semanas. Con la jornada de hoy, el sector suma una nueva jornada de huelga que se añade a la reciente protesta del pasado lunes día 15, confirmando que las posturas entre los representantes de los trabajadores y los empresarios del transporte se encuentran actualmente en un punto de máximo distanciamiento.
Pese a que el Diario Oficial de Galicia publicó los servicios mínimos para tratar de garantizar la movilidad básica, la realidad a pie de calle es muy distinta por la presión en los puntos de salida. En la planificación oficial se buscaba proteger especialmente el transporte de los escolares en rutas de más de cuatro kilómetros, estableciendo ventanas horarias de entrada a los colegios entre las siete y media y las diez y media de la mañana, así como turnos de regreso durante la tarde.
Para los trabajadores que dependen del autobús, la administración gallega intentó blindar los viajes interurbanos en las franjas de entrada y salida de las oficinas, priorizando los desplazamientos antes de las nueve de la mañana. No obstante, las rutas no integradas de menos de veinticinco kilómetros, que deberían operar al cincuenta por ciento de su frecuencia habitual, están sufriendo cancelaciones constantes, dejando a las zonas rurales y periurbanas semiaisladas.