Sin entrar en tecnicismos políticos, los sondeos señalan una tendencia al alza de VOX, que le sacaría votos al Partido Popular y un ligero descenso del PSOE. Por otro lado no habría ningún interés por parte de la fuerzas que mantienen al gobierno en unas elecciones anticipadas, ya que todas las formaciones que lo apoyan saldrían perdiendo a nivel de resultados, cada una con sus respectivos intereses electorales, se produce una cierta estabilidad en número de diputados tanto en Junts, como en el PNV y una bajada generalizada de las formaciones de izquierda.
La subida de VOX, se debe a la situación socioeconómica del país donde los ciudadanos perciben que sus problemas reales no se resuelven y ven una lucha constante y encarnizada por el poder entre las dos formaciones políticas con descalificaciones entre ellas y una corrupción cronificada y estructural de los partidos mayoritarios. Pero no nos engañemos, la responsabilidad del ascenso de VOX es solo y exclusivamente de los dos partidos tradicionales que tienen fundamentalmente un problema de corrupción y una serie de estómagos agradecidos en sus aparatos y estos sin ideología que todo lo tapan, siendo el caldo de cultivo para un ascenso de la ultraderecha, a pesar de que muchos de sus electores no simpaticen con VOX, como en su día se produjo en la República de Weimar, tras la derrota del Imperio alemán en la Primera Guerra Mundial (1919-1933), pero también, entre otras situaciones, con una hiperinflación germánica que años después daría paso al nacimiento del nacionalsocialismo.
Hasta que se demuestre lo contrario todas las formaciones con representación parlamentaria son legales, si realmente VOX es un problema, pues que apliquen la ley de partidos y si no es así que cada palo aguante su vela. Pero salvando las diferencias ideológicas, si el actual gobierno ha pactado, entre otros, con formaciones políticas que han intentado dar un golpe de estado, al final lo único que han logrado es crear un precedente para un futuro ejecutivo del Partido Popular con un apoyo de legislatura, investidura o una coalición gubernamental, como ya se produce en otros países de nuestro entorno, como Víctor Orban en Hungría o Giorgia Meloni en Italia. En definita, con los terceros presupuestos sin aprobar y un apoyo parlamentario en la UCI, el actual ejecutivo se podría decir que está más que amortizado, todos lo saben y todos callan, manual de resistencia y a la espera de un futuro gobierno que ellos mismos han cocinado.