El hasta ahora presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, durante su comparecencia, en la sede del PSdeG-PSOE en Monforte



Resulta natural, incluso necesario, que en la coyuntura actual el PSOE reciba fuertes críticas tanto por los casos de corrupción que le afectan directamente como también por los de violencia de género en los que aparecen implicados cuadros y dirigentes socialistas. Lo que no debería ser tan natural es que esas críticas puedan venir de unas derechas (PP/Vox) que presentan un historial repleto de incidentes de este tipo, la mayoría de ellos fruto de su ideología supremacista y de clase.

No se trata de utilizar aquello de “y tú más” sino de analizar con rigor las evidencias para luego sacar conclusiones idóneas. Si así lo hacemos, comprobaremos el enorme cinismo que supone acusar a Pedro Sánchez y su partido (PSOE) de corrupción, especialmente cuando esas acusaciones vienen de los dirigentes de otro partido (PP) que se alimenta de la misma, como así lo muestran casos como PUNICA, LEZO, KITCHEN, GURTEL o MONTORO. Mientras en un caso (PSOE), y según todos los datos conocidos a día de hoy, estamos ante de un grupo reducido de corruptos (Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García), sin que haya pruebas de financiación ilegal del partido (PSOE), en otro (PP), se trata de una corrupción sistémica con un elevadísimo número de dirigentes políticos imputados y condenados (si en la actualidad los políticos del PP ya condenados por corrupción acumulan más de 100 años de cárcel, a este dato habrá que sumarle los que resulten de los 30 expedientes pendientes de juicio por “amaño” de adjudicaciones públicas, cobro de sobornos, planes urbanísticos ilegales, tráfico de influencias, financiación irregular, uso de fondos reservados para operaciones parapoliciales…), siendo además un partido político (PP) que se convertiría en el primero, y por ahora, el único en la historia de la democracia española en ser condenado, como entidad jurídica, en un caso de corrupción: la trama GURTEL. Con estos historiales las diferencias deberían estar claras entre la ciudadanía.


Sobre la violencia de género parece evidente que en algunos cargos políticos y dirigentes del PSOE rige la mentalidad de “macho ibérico” sin que la organización como tal sea quién para ponerle freno. Una evidencia que, a pesar de eso, no había debido ocultar, pues sería tremendamente injusto, lo que este partido (PSOE), junto a Sumar, han hecho desde el gobierno a favor de la igualdad de género -que situaron a España en el cuarto lugar en Europa- y contra la violencia machista -que disminuyó en un 30% siendo el año 2024 lo que registró un menor número de mujeres asesinadas desde que se tienen datos- que no tiene precedentes en gobiernos anteriores. Actuaciones que deben ser puestas en valor al tiempo que servir para compararlas con aquellas que desarrollan las derechas extremas (PP y Vox) allá donde gobiernan (Andalucía, País Valencia, Castilla-León, Extremadura, Madrid...) con el Partido Popular asumiendo, casi íntegramente, el ideario machista y xenófobo de Vox, que ignora la violencia de género (Vox no firmó el Pacto de Estado contra la violencia de género).
Repito, no valle eso de “y tú más”, pero se debe denunciar la enorme difamación de estas derechas (PP/Vox), y sus altavoces que, por caso, en Galicia son mayoría, a la hora de acusar al gobierno español de turno (PSOE/Sumar) y muy especialmente a su Presidente, Pedro Sánchez de corrupto y de lucrarse con la prostitución de mujeres (“¿De qué prostíbulos vivió usted?”, le diría Feijoó). Difamación, porque no hay comparación posible.


Una realidad que, por otra parte, no puede servir para exculpar al PSOE de sus pecados en materia de corrupción e igualdad de género. Si no para exigirle que actúe con firmeza y decisión de forma que no se repitan casos como los que están apareciendo y que le suponen una pérdida importante de credibilidad y de apoyo social, especialmente entre el electorado femenino. Una actuación imprescindible si quiere seguir gobernando, pero que no debería ser utilizada por algunos, como está pasando en el PSdeG/PSOE, para revanchas y ajustes de cuentas internos que pueden salir carísimos.

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