Al bueno de Christopher Nolan se le habrá quitado todo el apetito estas navidades. Uno de los cineastas más taquilleros y premiados de este siglo ha sido blanco de muchas críticas estos días por embarcarse en la que será su mayor aventura hasta la fecha. El británico, capaz de llevarnos hasta las playas de Dunkerque o hasta más allá del sistema solar, nos transporta ahora hasta Troya, desde donde Ulises y sus guerreros iniciarán su regreso a Ítaca, donde esperan Penélope y Telémaco el regreso triunfal del rey. Así lo avanza en el tráiler del film que se estrenará el próximo verano y que ha sido muy criticado por miles de usuarios al no ser lo suficientemente riguroso en lo que a historia se refiere.
El mundo -osea, Twitter- está lleno de gente enfadada y siempre presta para apretar el gatillo a la mínima. El reto de llevar a la gran pantalla la que tal vez sea la historia más grande de la literatura universal es un desafío para cualquiera, incluso para alguien capaz de contar con todos los recursos existentes como Nolan. Taquillero donde los haya, Nolan arrasa no solo en la recaudación, sino también en las galas de premios: sus películas han cosechado nada menos que 16 Oscar, incluyendo las estatuillas de mejor película y mejor director por 'Oppenheimer'.
Sin embargo, sus éxitos pasados no han aplacado la ira de los internautas, que han visto en la negra coraza de Agamenón el mismo punto flaco que halló la flecha de Paris para derribar a Aquiles. "No vestían así", "Parece un drakkar, no un barco heleno", "Ese templo no es realista" o "Históricamente incorrecta" son algunos de los muchos mensajes de usuarios enfurecidos porque la película no luce igual que su imaginación, comparando la estética de esta epopeya con la película 'Troya', cinta cuyo vestuario no mejoró al de 'El Aviador' de Scorsese.
No acierto a adivinar qué esperaban los espectadores. ¿Un documental? Descreo de los que hacen análisis de la luz o el color con un corte de dos minutos de duración, siguiendo siempre la estela del universo cromático empleado por Nolan. Si quieren realismo, tal vez Matt Damon no sea el actor indicado, ya que sospecho tiene bastante oxidado el griego antiguo. Su interpretación en inglés con acento de Boston no se adecúa a lo relatado por Homero en el VIII antes de Cristo. Tampoco creo que la kenianomexicana Lupita Nyong'o sea una fiel representación de la Helena de Troya que imaginó Homero -u Homeros, no está claro si es obra de una sola cabeza pensante- en la Edad de Bronce, aunque sí de los cánones de belleza actuales. Al tiempo, me pregunto, ¿cómo se hace realista a un cíclope? ¿Y a una sirena? ¿Y a la bruja Circe? ¿Cuál es el rostro realista de Zeus, Poseidón o Atenea?
Lo que parece que olvidan todos los furiosos y, aparentemente, incondicionales de clásico homérico, es que lo que Nolan representa es un cuento. Y lo que van a ver es una película que no tiene que corresponderse con ningún hecho histórico porque, al igual que Robin Hood, D'Artagnan, Drácula o Los Tres Cerditos, el rey de Ítaca es un personaje ficticio. Cuando Nolan tomó hechos reales como la huida del ejército inglés en las playas de Dunkerque o el nacimiento de la bomba atómica intentó ser fiel a la historia, pero en un universo de minotauros, hidras y medusas, el realismo queda en suspensión, como debe ocurrir en una sala de cine.
Ante la gran pantalla quiero ver hoplitas descendiendo de un caballo de madera enorme, a marineros atados a mástiles para no escuchar el canto que los lleva a su perdición, a hombres transformados en cerdos con un golpe mágico de varita... Quiero olvidar la realidad por un segundo y, como en los libros de García Márquez, creer que es posible encontrar el mascarón de un barco en medio de la selva o alcanzar la inmortalidad como Melquíades. Qué plana y sin gracia hubiese sido 'Cien años de soledad' si fuese verosímil.
Espero impaciente a subirme al barco junto a Ulises, surcar el fiero Mediterráneo, agitado y ofendido con Odiseo y los suyos siendo otro rival a superar en muchas ocasiones, y hacer añicos el telar de Penélope, a la que cada vez entiendo más y mejor, porque también a mí se me está haciendo larga la espera.