Seguro que recuerdas la novela ‘Los viajes de Gulliver’, de Jonathan Swift, o por haberla leído o por alguna versión en película o dibujos animados basados en ella. En esta novela Gulliver viajaba, entre otros sitios, a Liliput, una isla en la que las dimensiones espaciales de las personas, plantas, objetos y animales son 12 veces más pequeñas que las que él conocía y comparaba consigo mismo


Sólo Gulliver conservaba sus dimensiones normales… o a esa conclusión llegó él! Desde luego es para preguntarse que si TODO era más pequeño de lo normal, no sería el propio Gulliver el que tenía el problema? En cualquier caso ése es uno de los escenarios en el que se desarrollan múltiples aventuras en la novela de Swift. 


Tomando esta historia como referencia, hace algún tiempo les planteé a mis alumnos de física de primer curso de grado universitario la siguiente pregunta: si te despiertas por la mañana y alguien te dice que TODO se ha encogido en un factor 12, incluyéndote a ti mismo, tu ropa, tu casa y cualquier otra cosa que veas, ¿cómo verificas que es cierto o demuestras que es falso? Puede parecer una pregunta sencilla pero las respuestas fueron de lo más interesantes. 


Esta misma pregunta me gustaría planteársela al lector de estas líneas. Se trata de una pregunta que no tiene solución única y no planteo ninguna restricción para responderla más allá de que las dimensiones espaciales de cualquier objeto material, vivo o inerte, se encogieron en un factor 12 conservando su masa. Si el lector quiere trabajar bajo alguna hipótesis compatible con esta restricción, su respuesta será bienvenida… aunque surgen respuestas interesantes con recursos tan simples como una regla (que por supuesto también está encogida), una balanza y un reloj, sin conocimientos de física o matemáticas más allá de los que pueda tener un estudiante de secundaria. ¿Te atreves?

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