Anda el reciente triunfador de las primarias del PSOE metido en sus primeros días de decisiones como nuevo Secretario General. Y entre las últimas, la más sabia --sin duda alguna-- ha sido la de adelantarse a Rajoy y ganarle por la mano la hombría de Estado al llamarle y decirle que el partido socialista --además de Obrero-- lo es, sobre todo, español. Y que, por lo tanto, cuente con él para defender la Constitución y luchar contra la presunta segregación que parece ser no va a tardar en producirse.


Por medio, otras trifulcas que han acabado en tablas, como por ejemplo lo de las listas compartidas para el Congreso Federal de junio, salvo encontradas excepciones, como la de los socialistas gallegos --empeñados en dilucidar sus fobias personales en una nueva "Guerra de los Compañeiriños", que esperemos no acabe con algún susanista colgado de las almenas del Castillo de Moeche, como ya pasó en tiempos pasados con la revuelta irmandiña--. Ahora solo le falta saber a los sociatas gallegos quién es el Pedro Madruga contemporáneo que va a ganar esta guerra civil para erigirse en líder de la formación a las órdenes del otro Pedro, el Sánchez, su aliado al otro lado del Padornelo y la Canda. Bueno, ¿líder o... lideresa?


Y a partir de esos pactos vendrá en el Congreso la nueva Ejecutiva afín; mientras, por el camino van cayendo dimisiones --a mi entender algunas muy valiosas-- como la de Eduardo Madina y Juan Carlos Díez, quienes acaban de dimitir de la portavocía de la ponencia que habían elaborado en los últimos meses. Una marcha que habrá alegrado a los mas fanáticos de la corte pedrista, pero que para el PSOE es un paso atrás en su pluralidad y sobre todo en su fondo intelectual más progresista.


Tampoco ha estado mal la elaboración de una estrategia para decirle a Pablo Iglesias que su moción es no solo inoportuna, sino un camelo, incluso a sus propios electores. Para hacerlo, el nuevo portavoz parlamentario Jose Luis Ábalos se ha pasado por todas las cadenas de radio, donde ha dejado la imagen de un killer prudente, para así "mosquear" aún más a los podemitas que, a buen seguro, se la guardarán hasta que la ocasión le sea propicia. De este berenjenal, Sánchez se ha llevado el botín de la disensión pública de Compromis, que no quiere una moción de censura, ni nada que se le parezca.


Como en Andalucía no han matado --de momento-- las moscas a cañonazos, al nuevo lider del PSOE solo le queda que después del Congreso a Rajoy no se le ocurra convocar unas elecciones generales que serían letales para los socialistas, porque ya se sabe que, en política, los militantes son una cosa y los votantes otra, y que bajar de los 80 diputados significaría una vuelta atrás en el tiempo y sobre todo un escenario más que propicio para nuevos enfrentamientos, además de la irrelevancia parlamentaria para un partido acostumbrado a gobernar o a ser una oposición fuerte.


Pero esa es una posibilidad, todavía lejana, por lo que a Pedro Sánchez, de momento le sonríe la fortuna, y además goza de la baraka de los medios afines, y es que no hay como una buena comida en un japonés con larga sobremesa incluida para que el periodista famoso se reconvierta en amigo de toda la vida de nuevo y te dé toda la cancha televisiva que te haga falta… ¡Ay, la vanidad!



Artículo publicado originalmente en Catalunyapress
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