#Claves de la semana

La comunidad caboverdiana de Burela, de invisibles a ocupar espacios

Durante mucho tiempo la comunidad caboverdiana en Burela fue casi motivo de anecdotario, eran los “morenos”, personas cuyas vidas pasaban desapercibidas a pesar de formar parte de la población local de manera efectiva pero no totalmente legal hasta llegados los 90


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Galicia estrecha relaciones con Cabo Verde.
Reunión Cabo Verde-Galicia


La mayoría de ciudadanos procedentes de Cabo Verde y residentes en España a partir de 1975 llegaron vía Portugal. Buena parte de esta comunidad arribó a la comarca del Bierzo, en León, para trabajar en las minas mientras que otra comunidad se instalaba en Andorra, Teruel, donde se instalaba una central térmica. Al iniciarse las obras de la factoría de Alcoa (en aquel entonces Alúmina-Aluminio, del grupo público Inespal), muchos de estos emigrantes, algunos instalados con sus familias, se movieron a los municipios de Cervo y Xove para trabajar en empresas auxiliares durante la construcción de la empresa. A medida que los trabajos de construcción iban acabando muchos trabajadores de las auxiliares acabaron como personal de la empresa principal pero no así los obreros caboverdianos. No hay constancia que quedase alguno como empleado directo de la fábrica ahora llamada Alcoa. La alternativa era de nuevo emigrar en busca de nuevos puestos de trabajo, algunos lo hicieron pero otros se quedaron en Burela para trabajar en la mar, pues muchos de ellos habían trabajado en la pesca en su país.


 

INVISIBLES

La apertura de Alcoa supuso un abandono de la actividad pesquera por parte de marineros gallegos, que encontraron una excelente salida laboral frente al peligroso trabajo en la mar. Algunos de esos puestos fueron cubiertos por caboverdianos que habían estado en las obras de Alcoa. Fue así como, por efecto llamada, la comunidad ligada a la pesca fue aumentando poco a poco.
 

El momento era algo complejo, incluso administrativamente. Burela hasta 1994 formaba parte del Ayuntamiento de Cervo, hasta que al final se segregó circunscribiendo el nuevo municipio exclusivamente a la parroquia de Burela. Con anterioridad, el puerto y la localidad habían experimentado un crecimiento que convirtió a la localidad en una villa aluvión. Se habían instalado muchas familias de los ayuntamientos vecinos, llegaron gentes de Asturias y Castilla y León para trabajar en Alcoa y con el paso del tiempo, después de la segregación, aparecieron comunidades latinoamericanas y del sudeste asiático, estas dos últimas para enrolarse en barcos de pesca, sobre todo.
 

Sin embargo, antes de lo descrito, los caboverdianos existían físicamente pero vivían en una especie de limbo legal. “Hasta casi los años noventa los hijos de extranjeros en España tenían la nacionalidad de los padres, después eso cambió y ya por el hecho de nacer aquí ya eras ciudadano” dice Félix Martíns, trabajador en la lonja de Burela y concejal por el PP. Félix jugó como futbolista en diversas categorías pero cuando pudo haber formado parte de la selección gallega no pudo, pues solo se admitían nacionales. “Hasta los dieciocho años mi nacionalidad era la caboverdiana”.

 

Fue a partir de los noventa cuando se legaliza la situación de los ya nacidos en España, pero antes la situación era diferente. Incluso se obviaba la necesidad de empadronarlos, de reconocerles su derecho como trabajadores y como ciudadanos. Así, a partir del trabajo de la antropóloga Luzía Oca, quien participaba en el programa BogAvante para el empoderamiento de las mujeres caboverdianas, fue cuando se empezaron a empadronar estos inmigrantes, a realizar los trámites administrativos para reconocerles la nacionalidad y otros aspectos que no se habían tratado. Hasta ese momento eran los “morenos”, un término entre despectivo y coloquial, personas que estaban ahí pero sin “estar”.


 

¿CAMBIOS?

Sobre situaciones de racismo y tensiones al respecto, Félix Martíns habla de su experiencia personal. “Cuando jugaba al fútbol sí oía “negro” o “vete para tu país”, sin embargo creo que era más por molestarme mientras estaba en el terreno de juego que por racismo”. Años después se encontró con personas con las que había jugado y recordaban aquellos momentos. “Ahora los veo y nos reímos, incluso entrené a hijos de algunos de ellos”.
 

En tal caso, durante mucho tiempo esta comunidad no tuvo una escolarización plena, solo estudios primarios. El futuro que les esperaba era el trabajo en el mar para ellos y ser amas de casa a ellas, o si acaso, trabajar también pero muchas veces en condiciones precarias. 
 

A día de hoy, Proxecto Neo, una iniciativa nacida en el IES Perdouro de Burela, pretende encauzar el potencial de estos alumnos, además de sus compañeros gallegos e inmigrantes de otros lugares. Se trata de irles abriendo el camino poco a poco, realizando actividades que les ayuden a integrarse y poder acabar sus estudios. El proyecto, ideado por Bernardo Penabade y otros profesores del centro, quiere abrir las vías académicas a esta comunidad como oportunidad para encontrar trabajo.
 

Ineida Moreno vive en Burela desde 2007. Llegó con un contrato después de su hermano, ya residente en la villa, le preguntase si quería buscar oportunidades fuera. “Empecé a trabajar y a participar en el grupo Batuko Tabanka además de ser voluntaria en la catequesis”. No obstante, Ineida tomó la decisión de “matricularme en el instituto y hacer una FP de auxiliar de enfermería”. Sin embargo, las ofertas de trabajo son a turnos cosa que no le permite conciliar. “Por eso me matriculé de nuevo en FP para estudiar un ciclo de farmacia”.

 

La comunidad procedente de Cabo Verde supone el 6% de la población de Burela. Siguen llegando más inmigrantes, entre las generaciones nacidas ya en el pueblo las expectativas cambian y son varios los y las que se han decidido a estudiar en la universidad o en ciclos superiores. De todas formas, aún a día de hoy la plena integración o fusión con la población local todavía tiene pasos que dar. 


 

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