Ferrovial, empresa mimada en España, se va a plantar tulipanes

Carmen P. Flores

Ferrovial
Foto: EP

 

 

Hay un refrán castellano que plasma muy bien determinadas actitudes o comportamientos: “Cada uno arrima el ascua a su sardina”. Eso es lo que han debido pensar los “mandamases” de la empresa Ferrovial que, este miércoles, que no es de ceniza -el entierro de la sardina ya se realizó el pasado 22 de febrero-, cuando anunciaba la deslocalización de su sede, que, según explicaban en nota de prensa, se muda al país de los tulipanes, la mantequilla y alguna cosa más: los Países Bajos, antes Holanda.

 

Rafael del Pino, presidente de la multinacional, apuntaba como causa de su marcha la inseguridad jurídica, con cambios legislativos continuos, incertidumbre y hostilidad, como el factor clave de la salida. Recordar que los Países Bajos es una zona donde los impuestos son más bajos. Por ello, se ha quedado como zona que agrupa las sedes de grandes empresas. Unas 80 de las 100 mayores empresas del mundo tienen su sede en ese país.

La noticia, que puede considerarse como la noticia económica del año hasta ahora, ha caído como un jarro de agua fría en el gobierno de Pedro Sánchez, que ve como en los últimos tiempos los problemas se le acumulan. Ferrovial no es una empresa cualquiera, es una multinacional de prestigio que ha crecido al amparo de las distintas administraciones, que la ha hecho grande. La vicepresidenta Nadia Calviño declaraba que “desde el ejecutivo considera errónea la decisión, no aceptable” y demuestra “una falta de compromiso con España, a la que debe todo lo que es”.

 

Aunque ahora se venda, que es cierto, que la multinacional Ferrovial, en manos de los descendientes de los del Pino Calvo-Sotelo, tienen el 82% de sus negocios fuera de España, no es menos cierto que no pueden olvidar como ha forjado su imperio y su fortuna actual: empresa mimada, protegida y adjudicataria de muchas de las grandes obras de infraestructuras y movilidad que se han hecho en estos 71 años de vida  En la actualidad cuenta con cuatro divisiones: autopistas, aeropuertos, construcción e infraestructuras energéticas y de movilidad.

 

La multinacional fue fundada por Rafael del Pino Moreno en 1952 como una empresa dedicada a la ejecución de obras ferroviarias. Una etapa en la que se encargó de la renovación de vías de Renfe y la explotación de talleres de cajero de traviesas. Durante los 23 años que trabajó en la etapa de la dictadura, Ferrovial fue la reina del Mambo. Pero no se quedó ahí, sino que también en la transición, y ya entrada la democracia, siguió aguantando su corona. En la mayoría de las obras públicas se han visto los carteles de Ferrovial. Diversificar sus inversiones con la creación de nuevas divisiones, la venta de aquellas que no consideraban lo suficientemente rentables, como sucedió con la venta de la división de Servicios que tuvo que trocear ante la falta de compradores globales. Es el caso de la controvertida Urbaser- vendida al grupo chino CNTY- que ha trabajado con el 80% o más de los ayuntamiento y gobiernos autonómicos de España, de todos los colores políticos. Catalunya no ha sido ajena a Ferrovial, que ha copado una buena parte del pastel en todos los sectores. No hace demasiado tiempo, surgía la polémica porque a Serveo, participada de Ferrovial, le renovaban el contrato- con bastantes quejas- de la gestión  del servicio de Emergencias de Catalunya (SEM) del 061.

 

Ferrovial ha sido la empresa que más adjudicaciones ha tenido hasta ahora. Con este panorama, y como agradecimiento a lo recibido, Rafael del Pino, con el consentimiento del Consejo de Administración decide marcharse. ¿A eso se le llama solidaridad, responsabilidad, agradecimiento? ¿A eso se llama “arrimar el ascua a su sardina” y como siempre queda patente que el dinero no tiene ideología ni patria? 

 

De todas maneras, y sin justificar lo injustificable, la compañía de Podemos en el Gobierno, sus ataques permanentes a los empresarios y ricos de este país, con un lenguaje trasnochado y arcaico, no ayuda mucho a normalizar las relaciones con estos sectores, más bien al contrario. Eso no es excusa para que los empresarios que más ganan arrimen el hombro de una manera voluntaria. No estaría mal que eso fuera así.


 

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