Puigdemont montado en el burro de la intransigencia entra en campaña

Carmen P. Flores

Tanto era su entusiasmo, que su ego seguía agrandándose por momentos: ni una sola palabra de su partido, Junts, ni siquiera un símbolo del mismo
L'ex-president de la Generalitat i eurodiputat de Junts, Carles Puigdemont, durant una conferència, en Mairie d'Elne (Ajuntament d'Elna), a 21 de març de 2024, en Elna (França).
L'ex-president de la Generalitat i eurodiputat de Junts, Carles Puigdemont, durant una conferència, en Mairie d'Elne (Ajuntament d'Elna), a 21 de març de 2024, en Elna (França).

Estamos ya a las puertas de la Semana Santa. El Domingo de Ramos, día 24, marca su inicio. Para los católicos es una tradición arraigada, en la que se conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, montado en un burro. Las familias practicantes acuden a sus iglesias para celebrarlo, portando ramas de olivo o ramas de palma para ser bendecidas y llevarlas posteriormente a sus casas. Los que no son creyentes o practicantes, la Semana Santa significa días de vacaciones, viaje, o sencillamente descanso.


La semana de dolor, como se la conoce también por el sufrimiento  vivido por Jesús en los días posteriores a su entrada triunfal, es la que se está viviendo en la política española, en el seno de algunos partidos, especialmente en la casa de los socialistas. Han podido comprobar que el huido a Bruselas , aprovechando las fechas, montado en el lomo del burro de la intransigencia y rodeado de sus “incondicionales” -  aplaudido, vitoreado. anunciaba al mundo que se presentará a las elecciones catalanas, aunque pedía una lista de país, evidentemente encabezada por él. Se considera el presidente legítimo - aunque recordemos que él fue elegido por Artur Más, y no votado en las urnas para ese cargo- y claro, saltándose las votaciones que le han dado la presidencia a Pere Aragonés de ERC. Los republicanos les han respondido que “ni hablar del peluquín” - que por cierto Puigdemont se ha cortado esa especie de “pelucón” imitado a los Beatles, en versión retro-.


El aspirante al “trono” del Palau de la Generalitat se ha despachado a gusto, le faltaba pecho para colgarse todas las medallas conseguidas de las concesiones de los socialistas, especialmente  la ley de Amnistía. Como le parecía poco, se jactó de haber sido el que hizo posible que los socialistas viajaran a Bruselas para pactar, en un escenario de “neutralidad”, con un mediador internacional. Para seguir colgándose medallas, ahora  electorales,  declaraba que “hemos sido nosotros los que hemos arrastrado al Estado y no al revés”. Tanto era su entusiasmo, que su ego seguía agrandándose por momentos: ni una sola palabra de su partido, Junts, ni siquiera un símbolo del mismo, ni una pequeña mención en el montaje ¿Lo habrá hecho Betona Comín, la hermanísima?


La estrategia de Puigdemont es dar la imagen de que él debe encabezar una lista unitaria, de país, como le suele gustar decir. Para ello, quitó siglas, las de su partido, y en estos días intentará acercar a más gente, incluso independientes.  Menuda cara se la habrá puesto al pobre de Turrull, que se está dejando la salud por el camino cuando escuchaba a su “jefe”, no al compañero de partido, que es bien distinto, decir lo que decía…

En el seno del PSOE, la aparición triunfal de Puigdemont que estaba hundido políticamente y que ellos lo han resucitado, ha caído como una olla de agua caliente, pese a que en público le resten importancia. No es así, están que trinan por las palabras y la actitud del resucitado, gracias a ellos. No son los únicos que están enfadados, a los republicanos, con Aragonés como presidente, no les ha gustado las palabras de Puigdemont, ni las acciones de su partido que lo han martirizado en esta legislatura. Ni una ayuda, solo críticas, votar en contra de los presupuestos y ponerle piedras en el camino. Menudo marrón les ha tocado a socialistas y republicanos.


Puigdemont ya ha anunciado que se presenta a las elecciones catalanas, renunciando a las europeas. Que no vendrá en campaña y que solo pisará Catalunya para el pleno de investidura si tiene la mayoría para serlo. Se cura en salud y si no lo consigue, ¿será candidato también en las europeas? O cuando sea amnistiado. Si eso ocurre, volverá con garantías. ¿Para hacer qué? ¿Seguir conspirando y calentando los ánimos?

 

Así que, Pedro Sánchez y el resto de compañeros socialistas ya pueden cogerse unos días esta Semana Santa, lo mismo que los republicanos, porque aún les quedan muchos sapos que tragar con Puigdemont y sus muchachos. .

 

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