‘Manual de resistencia’, la serie

Rodrigo Brión Insua

Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020). 

En Twitter: @Roisinho21

¿Han visto la serie ‘The Crown’? Yo no. No sé si por la pereza inmensa que siento cada vez que quiero empezar una serie o por mi negativa a empatizar de cualquier forma con todo lo que tenga sangre azul. Desconozco si es buena, pero se comenta que está entretenidilla. Parece que todo lo bueno viene de fuera. ¿Acaso España no podría ofrecer una producción semejante? Ya no digo con nuestra Casa Real -que tiene un guion más propio de telenovela venezolana que de Hollywood-, sino con la cosmología política de esta piel de toro. ¿No podría Pedro Sánchez ser nuestra Diana de Gales? Si Netflix da el paso de comprar los derechos tendría una trama que ríete tú de Dalton Trumbo.
 

Desde el capítulo uno, con Pedro subido a su Fiat Punto dispuesto a recorrer la península de punta a punta después de haber sido defenestrado por su propio partido, hasta el final de esta temporada, con la ya legendaria ‘Carta a la ciudadanía’ como cliffhanger. “¿Merece la pena todo esto? Sinceramente no lo sé”. Fundido a negro. Y todo el público pegado a la tele con los ojos como platos.

 

Entre medias, flashbacks a su renuncia como diputado, su ascenso a secretario general del PSOE, su llegada a la presidencia, pandemias, guerras, abrazos con Macron, paseos en Falcon… “¡Oh! ¡El capítulo del volcán! Este es buenísimo”, diremos los espectadores, recordando episodios que creíamos olvidados. Habría que hacer un casting, claro. ¿Qué actor podría encarnar a Pedro? Se me ocurre que Toni Cantó. Creo que últimamente tiene las tardes desocupadas. Además, tal vez sea lo más cerca que pueda estar de ser presidente…y de parecer un político. 
 

¿Qué nos deparará la nueva temporada? El argumento parece ser la “regeneración democrática” y la subtrama el “lawfare”. La mujer del presidente, hasta ahora un actor secundario, asciende a protagonista en los próximos episodios. Ese era el talón de Aquiles del hombre que escribió ‘Manual de resistencia’: su doñita. Y yo, hombre blanco cis hetero, no puedo más que comprenderlo.

 

Señalaron a la contraria y el presidente se revolvió, algo que no había hecho antes. Tal vez en ese momento se sintió injusto y recordó aquello de “Primero vinieron a por los comunistas, pero como yo no era comunista no hice nada. Ahora vienen a por mí, y ya es tarde”. La dicha, en cualquier caso, es buena, aunque las formas sean discutibles. La decisión de poner pie en pared y situar el foco sobre pseudomedios, sindicatos de pacotilla y miembros de la judicatura conchabados con intereses espurios llega tarde, pero llega, que es lo relevante. 
 

La trama se complica con los Inda, Quiles, Alvise, Negre, Vallés o Ferreras en el rol que mejor saben interpretar. Ni siquiera son villanos. Son los adláteres de instancias superiores que los utilizan como minions, esbirros que hacen el trabajo sucio para otros y, ya de paso, dejan en muy mal lugar a esta ya de por sí denostada profesión. Ojalá hubiese alguna forma de, no sé, evitar que panfletos digitales dejasen de hacer circular bulos con titulares apocalípticos que luego hombrecillos ultrafascistas como Bernad utilizan para “fundamentar” sus denuncias ante juzgados en donde esas difamaciones infundadas son consideradas una base lo suficientemente robusta como para iniciar una investigación. 

 

Tal vez si hubiese alguna manera de cortar la financiación a estos portales de fake news, sostenidos por ayudas de administraciones que dedican ingentes cantidades de dinero público para, qué sé yo, tal vez usarlos para su autobombo y con fines maquiavélicos, como pudiera ser polarizar a la sociedad, dar la imagen de que todo va mal y hacer creer que lo que pasa en Madrid es un reflejo de lo que ocurre en cada calle del territorio nacional. Si tan solo hubiese alguna forma para, tal vez, encausar a todos aquellos que sistemáticamente publican noticias falsas con el único fin de dañar las instituciones. 

 

Pero no. Vivimos en el mundo real, donde se supone que los periodistas no debemos apuntar a otros “periodistas”, por mucho daño que hagan a la profesión. Aquello de que “simio no mata a simio”. La prensa libre, esa con la que se nos llena la boca, no existe. Las reglas del juego son estas, las conocemos todos y no podemos morder las muchas manos que nos dan de comer. Sin embargo, no deberíamos confundir libertad de expresión con libertad de prensa. Los periodistas tenemos derecho a expresarnos y la ciudadanía a estar informada, pero correctamente informada. Es nuestra responsabilidad que así sea, que contrastemos, que desmintamos, que hagamos las preguntas incómodas y que, sí, reprendamos a esos pseudomedios que tanto daño nos hacen.  
 

En cualquier caso, estoy impaciente por saber qué nos deparará este T7x01 titulado ‘Pedro contra la máquina del fango’. ¿Qué plot twist nos encontraremos? ¿Alguno tan bueno como cuando Pablo Casado quiso hacer las cosas bien y la productora decidió matar a su personaje? ¿Veremos cameos de algún actor de temporadas anteriores, como Albert Rivera o Pablo Iglesias? ¿Habrá alguna batalla épica al borde de un acantilado durante las elecciones catalanas? ¿Se quedarán los guionistas sin ideas y pondrán a Froilan a saltando un tiburón? Van a pasar cositas. No sé si ‘The Crown’ es buena, pero España es mejor.


 

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