El parón de selecciones lo condenó al ostracismo de la mesilla de noche y la tele ha permanecido apagada desde entonces, con un piloto rojo encendido que aguarda la señal que marcan los futbolistas internacionales cuando regresan a sus respectivos equipos y el balón eche a rodar de nuevo en los principales estadios del mundo, y no en un campito de nombre impronunciable perdido en el medio de Tiblisi -ciudad que, para la redacción de este artículo, he aprendido que en castellano se escribe Tiflis, y no Tiblisi ni Tblisi, como se dice en georgiano-. En esta santa casa no se ven los partidos de selecciones.
Los celestes se medirán este fin de semana al Athletic de Bilbao y cerrará en el mes ante el Valencia en los dos únicos choques que disputarán en lo que queda de noviembre.