Hace unos días, en este mismo medio (https://www.galiciapress.es/articulo/politica-galicia/2025-10-01/5450994-pp-agita-mocion-censura-santiago-plena-hola-pactos-suyos-psoe-transfugas) se nos informaba de que en el escenario político local se están produciendo movimientos dirigidos a alterar la dirección de gobiernos municipales. Cambios posibles a causa de darse cambios en las anteriores alianzas y que se deciden fuera de las instituciones locales, ya que casi siempre son las direcciones de los partidos políticos y de las agrupaciones correspondientes quienes las aprueban. Todo esto sin contar con la opinión de los vecinos y vecinas colocaron a los candidatos en las respectivas sillas y quienes, de alguna manera, legitimaron al gobierno municipal que ahora desplazan.
Se podría pensar que estos cambios gubernamentales son lícitos, incluso naturales. Realmente son legales como así lo decidió el Tribunal Constitucional cuando sentenció (https://www.acalsl.com/wp-content/uploads/2025/06/sentencia_TC_transfugas_mocion_blogACAL.pdf) que “de ninguna parte se podrá penalizar la presentación de una moción de censura porque esta sea firmada por un concejal no adscrito sea cual sea la causa de dicha condición”, abriendo así la puerta a que no se diferencie a unos concejales de otros “según pertenezcan a un determinado grupo municipal o su condición de no adscrito en el momento de ejercer el control de la acción municipal del alcalde a través de la propuesta y votación de una moción de censura”.
Que el Tribunal Constitucional había ampliado las posibilidades de una moción de censura legitimando los pactos con ediles no adscritos, no debería eximir de que esta, además de contar con la mayoría suficiente, se debería apoyar en un programa de gobierno y también mostrar un respeto a la voluntad ciudadana reflejada en las correspondientes elecciones locales. Algo que, por lo que estamos viendo, no es el caso en la mayoría de las mociones que se están materializando en distintos ayuntamientos de Galicia.
Veamos dos casos que afectan a ayuntamientos relevantes. En Ribeira el PP le arrebata, mediante una moción de censura, la alcaldía al BNG gracias a un cambio de opinión de cuatro de los cinco representantes de la candidatura del Partido Barbanza Independiente (PBBI), quienes en el 2023 habían alcanzado un acuerdo con el BNG y el PSdeG para conformar un gobierno tripartito, pacto que ahora rompen. En Sarria el actual alcalde, que desde el año 2019 gobernaba bajo las siglas de Camina Sarria, pero que anteriormente había sido regidor durante muchos años bajo las siglas del PSdeG, pacta ahora con el Partido Popular (PPdeG) su retirada, lo que abre la puerta a un alcalde de este partido dada la composición de la corporación municipal. De confirmarse estos cambios serían 8 las alcaldías que el Partido Popular habría ganado mediante una “movida” municipal: 7 con una moción de censura (Carral, Fisterra, Outes, Viveiro, Forcarei, Touro y Ribeira) y 1 por “abandono” del anterior regidor (Sarria).
Una primera reflexión que nos viene la cabeza es lo chocante que resulta que el partido (PP) que acusa a Pedro Sánchez (PSOE) de presidir un gobierno ilegítimo (a pesar de contar con el apoyo de una mayoría parlamentaria) sea quien promueva la mayoría de estas “movidas” locales en las que el transfuguismo es decisivo. Unas operaciones cuyo objetivo político, confeso, no es mejorar la gobernanza local, sino facilitar el acceso del Partido Popular (PPdeG) al gobierno de dos diputaciones (A Coruña y Lugo) que ahora no controla. Una segunda reflexión deriva de la mala, diría que pésima, imagen que entre la ciudadanía siembran este tipo de operaciones partidistas que desprestigian la clase política sin que le hagan un favor a la democracia. Una tercera lleva a pensar que, con este tipo de decisiones, los partidos que promueven las operaciones citadas están primando la conquista del poder político y el logro de prebendas personales sobre los principios y las ideologías que aseguran defender. Finalmente, señalar que estas operaciones también muestran que en muchos casos las autodenominadas “candidaturas independientes” finalizan comportándose igual, a veces incluso peor, que los partidos que critican.
Cabrían más reflexiones, con referencias también la experiencia pasadas entre las que ocuparía un lugar destacado las habidas durante muchos años en la provincia de Ourense cuando los Baltar gobernaban la Diputación, pero creo que las citadas son suficientes. Experiencias de “transfuguismo” y “mercantilización” de la política que alimentan el creciente desapego ciudadano tanto hacia los partidos políticos como la propia actividad política. Un desapego que en nada favorece a la democracia, ya que sirve de alimento a las fuerzas y a los movimientos totalitarios como estamos comprobando.
viernes, 3 de octubre de 2025, 16:38