El acto de presentación de la apertura de la mina de Touro de este martes ha traído consigo polémica y ha echado más leña al fuego, en un proyecto ya de por sí controvertido en torno a las graves consecuencias medioambientales que acarrea su puesta en marcha. Ha sido el consejero delegado de la principal empresa accionista, Atalaya Mining, quien ha ocupado el foco de atención en los últimos días, tras tachar de “iluminados” a la mayoría de detractores del proyecto y reafirmarse en la futura aprobación de la explotación minera.



A través de un comunicado, Aldea Viva denuncia que Alberto Lavandeira utilizase el acto “para insultar y menospreciar a la gente, vecinos y comunidad científica” que se pronuncian contrarios a la mina de Touro, tras acusarles el consejero delegado no solo de “iluminados”, sino también de mantener posicionamientos “ideológicos” para defender sus intereses.


La asociación tacha de “publicitario” el acto de la empresa minera, al obviar los peligros que implican la acidificación, la presencia de enormes balsas de lodos cerca de núcleos de población y con posible riesgo de falla, y la contaminación general que se ejercerá sobre la potabilidad del agua y los ecosistemas cercanos, entre otros.


Aldea Viva acusa a la empresa además de evitar pronunciarse sobre el estudio económico, uno que, de acuerdo a “profesores de la Universidad de Santiago de Compostela como Xoan Doldán” fue calificado de “inexistente”, en el que no se detallan los datos mínimos para elaborar un análisis económico y en que permanecen errores como “extrapolar a la minería metálica datos correspondientes a otro tipo de actividades extractivas en las que la transformación del producto se hace en la propia comunidad”.


Ante las recientes actuaciones de Atalaya Mining, Aldea Viva pide de nuevo que en la tramitación de autorización del proyecto, la Administración “aplique el principio de prudencia y cautela” e informe “desfavorablemente” el estudio de impacto ambiental.

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