La Galicia del millón de vacas es hoy la de las 300.000 hectáreas de eucalipto, y subiendo. Ya van 500 hectáreas quemadas en dos días pero el presidente de la Xunta sigue obviando las causas de fondo y poniendo el foco en los que prenden las llamas.



Un niño mira un incendio desde un parque en Ourense ayer en una imagen de @EmerxenciasOu


Cuestionado por la nueva ola de incendios que ya ha consumido 500 hectáreas, el presidente de la Xunta puso el foco, una vez más, en su carácter intencionado. Alberto Núñez Feijóo dijo, en referencia al incendio de Portosín, que "ese fuego entre Noia y Porto do Son se inició a las 6,15 horas de la madrugada. A esa hora no es accidental, sino interesado". 


Es cierto que ese incendio, afortunadamente ya controlado, parece provocado. Una sucesión de 8 focos aparecieron en toda a Serra do Barbanza en la noche del jueves al viernes.


Pero también es cierto que la culpa no es solo de los que prenden al monte. ¿Fue también provocado el fuego que a esta hora amenaza casas en Fisterra y que ha quemado 80 hectáreas? ¿Y el que puso ayer en jaque a Monforte quemando 350 hectáreas, el mayor del verano? ¿Quién está detrás del incendio de Lobeira, en la zona castigadísimo Parque Natual de O Xurés? ¿Hay un pirómano detrás del incendio que cortó la autopista A-55 en O Porriño? ¿Y del que cortó la Autovía de las Rías Baixas en Cenlle el miércoles?   ¿Es que Galicia está repleta de pirómanos y este verano se han ido de vacaciones y no se han puesto a quemar hasta volver a casa en septiembre? 


La serie de preguntas podría ser más extensa, porque todo el mundo sabe que mientras prosigan las actuales condiciones meteorológicas seguirán los incendios. Mientras continúe sin llover y haya fuerte viento , el enorme dispositivo antincendios tendrá que ir saltando por todo el país apagando llamas. 


GOBIERNO QUIEN GOBIERNE, A MERCED DEL TIEMPO


El problema es que si las condiciones meteorológicas se agravan -si se prolongan todo el otoño o si, por ejemplo, el fuerte viento es cálido del sur y no frío del norte-, el dispositivo se verá superado y Galicia vivirá otra situación de emergencia como la de octubre 2017, cuando murieron 4 personas y ardieron más de 60.000 hectáreas. O como en 2006, cuando ardieron en todo el verano casi 96.000 hectáreas, superficie que es casi la mitad de la provincia de Vizcaya.


En 2006 gobernaba el bipartito de PSOE y BNG, lo que demuestra que el problema no está solo en quien gestiona los 7.000 efectivos del dispositivo antincendios. Un dispositivo costoso, enorme y de probada valía; pero también lastrado por la política. 


EL DISPOSITIVO ESTÁ ATOMIZADO POR INTERESES POLÍTICOS


Hace años que los especialistas denuncian que no tiene sentido que cada administración tenga sus propios personal. A menudo combaten un mismo incendio las brigadas helitransportadas del Ministerio de Medio Ambiente, soldados de la Unidad Militar de Emergencias, agentes forestales de la Xunta, brigadistas del SEAGA, bomberos municipales y comarcales y, al final de cadena, brigadistas municipales.


Son los militares y las brigadas municipales los que reciben más críticas. Los primeros por su falta de especialización, los segundos por su dudoso sistema de selección, cuando éste existe. Es un secreto a voces que muchos alcaldes -de diferentes signos políticos- usan las brigadas antincendios como palanca de poder caciquil, pues son una de las poquísimas formas de encontrar un empleo en cientos de aldeas. De lo que se nutre el mito -respaldado por algunos pocos casos- de que hay brigadistas que le prenden al monte para asegurarse un contrato veraniego.


La Xunta es la que que coordina y quien responde del barroco dispositivo antincendios. En los doce años que lleva en el poder, es evidente que la política de Alberto Nuñez Feijóo no ha logrado frenar el problema. Una crisis de fondo que no se solventa, por ejemplo, potenciando las brigadas municipales que en su día limitó el bipartito o incorporando más drones.


Galicia lleva demasiados años sufriéndolas, y puede que estemos al inicio de una más, para no saber que las olas de incendio no tienen una explicación tan simple. Desde luego, su causa no es solo la actividad pirómana en la que pone el foco este Gobierno, como lo puso el bipartito. Piromanía que, en todo caso, la Fiscalía ha dicho en varias ocasiones es aislada. Las redes que prenden fuegos por intereses políticos o económicos es otro mito del rural gallego , de acuerdo a las investigaciones de la Justicia.


UN RURAL ABANDONADO QUE APUESTA POR EL EUCALIPTO


Las causas de fondo son conocidas por todos, pero los mandatarios acostumbran a obviarlas, conscientes de que son muy difíciles de resolver a corto plazo. El cambio climático prolonga el verano. La despoblación del rural hace que el monte que antaño era 'rozado' por miles de animales domésticos crezca hasta hacer desaparecer los caminos. Casi 100 explotaciones lácteas cierran al mes en Galicia. 


La Galicia del millón de vacas que describió en su día Manuel Rivas es hoy la de las 300.000 hectáreas de eucaliptos. Esta especie pirófila facilita la propagación de los incendios, según reconoció el propio borrador del Plan Forestal de la propia Xunta. Reconocimiento que desaparición la versión final del Plan, que proyecta la plantación de 25.000 hectáreas más. 

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