Galicia perderá cerca de 1.656 viviendas de alquiler residencial este año, lo que supone una caída del 4,9% en la oferta. Ourense liderará esta tendencia con una reducción del 15,3%, lo que equivale a unas 545 viviendas menos disponibles. Le siguen Pontevedra, con una disminución del 6,8%, y A Coruña, donde la oferta descenderá un 3%. En contraste, Lugo será la única provincia gallega que experimentará un aumento en su oferta, con un crecimiento del 5,2% en el número de viviendas disponibles.

Esta situación refleja un panorama desigual en Galicia, donde algunas provincias ven cómo se agrava la escasez de viviendas mientras otras logran estabilizar su mercado.

El precio medio del alquiler en Galicia ha alcanzado los 750 euros mensuales, tras incrementos del 4,7% interanual y del 2,5% respecto al trimestre anterior. Lugo lidera las subidas con un aumento anual del 8,1%, situándose en los 586 euros. A Coruña y Pontevedra superan los 750 euros de media: en A Coruña el precio ha subido un 5,9% hasta los 757 euros, mientras que Pontevedra registra un incremento más moderado del 2,6%, alcanzando los 824 euros. Por su parte, Ourense experimenta un alza del 3,3%, situándose en los 622 euros.

Estos aumentos reflejan una tendencia sostenida al alza que afecta tanto a las grandes ciudades como a las zonas rurales de la comunidad.

La demanda aumenta pero muestra signos de estabilización

La demanda por viviendas de alquiler también ha crecido en Galicia, con una media de 21 interesados por vivienda en un plazo de diez días. Esto supone un aumento respecto a los 16 interesados registrados hace un año. Sin embargo, la presión es menor que en el último trimestre de 2024, cuando se alcanzaron picos de hasta 39 interesados por vivienda.

A Coruña destaca como la provincia con mayor presión de demanda con 25 interesados por vivienda. Lugo y Ourense presentan niveles más bajos con 14 y 12 interesados respectivamente. Pontevedra muestra signos de estabilización con 20 interesados por vivienda.

Aunque Galicia no enfrenta una tensión tan severa como comunidades como Madrid o la Comunidad Valenciana, los indicadores son claros: menos oferta, precios al alza y una competencia moderada entre inquilinos reflejan un mercado cada vez más presionado. Este escenario plantea desafíos para quienes buscan acceder a una vivienda asequible y para las políticas públicas destinadas a equilibrar el mercado inmobiliario gallego.