James Bond y las “las cloacas del Estado”

Carmen P. Flores

Ni en pleno conflicto bélico en Ucrania por la invasión del del criminal Putin, con las consecuencias que cada día vemos, oímos, y comentamos. Ni con esas imágenes que muestran muerte, sufrimiento, destrucción,odio y exilio forzoso se ha sido capaz de apaciguar las diferencias más que evidentes entre los dos partidos que gobiernan Catalunya. No hay semana exenta de conflictos entre ellos: un día Puigdemont habla del Consell per la República como la institución legítima de este país - porque él lo dice- y desacredita al gobierno elegido en las urnas por la ciudadanía.


El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, interviene en una sesión plenaria. ARCHIVO.

Gabriel Rufián @ep


Varios días después, la consellera huida, Clara Ponsatí, cree y así lo manifestaba en una entrevista, que “la independencia bien vale algunos muertos”. Una expresión que ha dejado al descubierto la catadura de esta política. Esta apreciación la hace porque ha puesto tierra por medio y hablar es muy fácil. ¿Entonces, por qué no se quedó en Catalunya para asumir las consecuencias de sus actos? Sencillamente porque una cosa es decirlo y que los muertos sean de otros y otra bien distinta vivirlo en carnes propias Dicen que gobernar es tomar decisiones y asumir las consecuencias, cosa que no han hecho los que cogieron la directa hacia el país de las coles pequeñas.


Como esto va de Rusia, las diferentes informaciones que van apareciendo en medios de comunicación sobre una reunión en Suiza de Puigdemont con Alexander Alexander Dmitrenko - empresario ruso instalado en Catalunya y algunos dicen que espía-, más los viajes de su jefe de la Oficina de Puigdemont a Rusia, para conseguir el apoyo del gobierno “democrático” ruso, aunque los protagonistas lo desmientan, han puesto en vilo a sus socios de gobierno. Quizás como decía el genial humorista Eugenio: “Hay mucho ruso en Rusia” y Josep Lluís Alay solo ha querido comprobar que eso es así, y de paso comprar algunas matrioshka para aplicar el sistema de concentrar en una sola figura varias muñecas que van unas dentro de otras. ¿Querrá aplicarlo en la gobernanza de Catalunya con dos gobiernos?


El diputado republicado Gabriel Rufián, “el chico de Santa Coloma”, como le llaman en privado algunos de sus compañeros, opinaba sobre los contactos rusos de algunas de las personas de confianza de Puigdemont. Lo hacía con esta frase: “Eran señoritos que se creían James Bond”. Mientras el republicano se quedó tranquilo con la expresión, de inmediato JxCat pidió a su señoría que rectificara, cosa que no hizo de inmediato, sino posteriormente, y solo pidió disculpas por la forma en que lo había manifestado, pero no por el fondo. Según Rufián no está la situación como para ser amigos del gobierno ruso -con la que está cayendo no me extraña- ya que está en juego la credibilidad del movimiento independentista.


MIrían Nogueras, la portavoz de Junts, que no es precisamente ejemplo de diplomacia, salió de inmediato en defensa de su jefe con el siguiente mensaje a Rufián: “Es una lastima que un representante público de un partido independentista haga de altavoz de las cloacas del Estado”, una definición que no ha gustado en absoluto al afectado, ni al partido al que pertenece.


El “incidente” protagonizado por los dos diputados ha vuelto a dinamitar las ya frágiles relaciones entre JxCat y ERC, que casi cada semana sufren un pequeño o gran bombardeo que hace muy complicado que gobiernen juntos sin que el recelo mutuo falte. Esto convierte al gobierno de Aragonés en la Bahía de Morecambe, donde hay que tener mucho cuidado para que sus arenas movedizas no se lo traguen. Y no están los tiempos para muchas alegrías. Decía Churchill que “el problema de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes”. 


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