​La ministra Irene Montero no inventó el feminismo

Carmen P. Flores

"La mujer será realmente igual al hombre el día que se designe una mujer incompetente para un puesto importante", decía la escritora francesa Françoise Giraud. Con esta afirmación, puede interpretarse que esa igualdad ha llegado ya a la mujer, si tenemos en cuenta que Irene Montero, ministra de Igualdad del Gobierno de España, ha ocupado un puesto importante, pese a su incompetencia para el mismo.


La ministra de Igualdad, Irene Montero, durante la inauguración de la exposición 'El voto de las mujeres'


La lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no es un invento de Irene Montero, que se ha apropiado del movimiento feminista, como si antes y después de ella, solo hubiera tierra quemada. Que Montero sea ministra por ser la mujer del líder del partido que dice defender a los trabajadores y los derechos de la mujer, no es precisamente un ejemplo para las mujeres, además de no ser ético, y dice bien poco de ella. Acceder a un puesto de responsabilidad institucional debería tener en cuenta su preparación, conocimientos y experiencia. Estas son las cualidades de las que carece la ministra inventora del feminismo de todos los tiempos. 


Tampoco dice mucho a su favor que sea el macho alfa, Pablo Iglesias, su compañero en la vida privada, el mandamás de Unidas Podemos, quien salga en su defensa. No es cosa de una buena feminista.


Tampoco Montero es ejemplo de solidaridad feminista cuando, ejerciendo su cargo, lleva a su hija a su lugar de trabajo aprovechándose de los privilegios de ser ministra teniendo en cuenta que el resto de las mujeres, madres como ella, deben dejar a sus hijos en las guarderías o al cuidado de sus abuelos. ¿Qué clase de feminismo es ese? El de la casta al que ha sucumbido porque el dinero, el chófer y otros privilegios amansan a los populistas, que, como los curas, predican una cosa y hacen la contraria.


Apropiarse del feminismo en pleno siglo XXI cuando han sido tantas y tantas mujeres las que, aun luchando por la igualdad, nunca se han colocado la etiqueta de la exclusividad, es un flaco favor que se hace a la lucha de las mujeres. El feminismo no es de nadie, es de todos, no es uniforme, sino variado, y nadie puede colgarse el cartel de su propiedad para acaparar el voto de este sector que es tan importante en unas elecciones.


Muchas han sido las mujeres a lo largo de la historia que de una manera u otra no se han resignado a su destino de desigualdad con los hombres. Decir que el feminismo es un fenómeno reciente es una burda mentira, un desconocimiento total, una manipulación interesada. A lo largo de la historia de la humanidad, siempre, en cualquier parte del mundo han vivido mujeres que han luchado para que a su género se le reconozcan sus derechos.


Cada siglo, cada época, ha tenido a mujeres valientes que sin miedo a perder sus vidas han luchado para avanzar en la igualdad.


Aunque son tantas y tantas las mujeres significativas en su lucha por la igualdad, voy a hablar de algunas, como Aspasia de Mileto, en el siglo V antes de nuestra era. Era una mujer inteligente, valiosa y valiente que fue capaz de introducirse en la clase política e intelectual de su tiempo y se convirtió en un referente para algunos de los hombres más influyentes, como Sócrates o Pericles, que fue su pareja.


Qué decir de Cleopatra, la reina de Egipto, una erudita, científica, filósofa, guerrera y políglota que hablaba nueve idiomas. Fue la esposa de los dos hombres más poderosos de su época, y algunos estudiosos la consideran una de las primeras feministas.


"La mujer no puede continuar siendo una masa inerte al lado de la actividad social masculina, sino que aspira a compartir con el hombre obligaciones al mismo tiempo que derechos; en una palabra, quiere tornarse la criatura consciente y digna llamada a colaborar y preparar un porvenir dichoso", escribía Carmen de Burgos, la primera periodista española que trabajó en una redacción y la primera corresponsal de guerra de este país, además de una activista ferviente de los derechos de la mujer.


En el año 1948, la feminista Marcela Lagarde llegó a decir que, si el estado tuviera perspectiva de género, si fuera más democrático, no habría tolerancia social a la violencia hacia las mujeres y, por lo tanto, el feminicidio, el gran lastre que por desgracia no ha disminuido, sino que sigue aumentando.


El feminismo actual, como dice Gloria Steinem, "consiste en repartirse el pastel, entre sexos, sino es hacer uno nuevo".


Por eso, este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, las diferencias entre los partidos y los distintos colectivos feministas deben dejarse aparcados para salir a la calle y reclamar todas/os juntos avanzar más rápido para conseguir la igualdad de derechos, que las obligaciones ya las tienen.



Artículo publicado inicialmente en catalunyapress.es

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