El Centro Galego de Barcelona puede desaparecer por falta de apoyo público tras 129 años

Los costes de las actividades, como las clases de gallego, y sobre todo la reforma de la fachada del edifico histórico de la donde tiene su sede están detrás de unos gastos que no puede mantener solo con la ayuda de sus 3.500 socios, indica la institución

Fachada del Centro Galego de Barcelona en una foto de su Instagram 

El Centro Galego de Barcelona ha advertido de su posible desaparición por motivos económicos al haber alcanzado una "situación límite" por los "altísimos" costes de las actividades que allí se desarrollan y la caída "drástica" de los ingresos "al no contar con el apoyo de la administración".

CASI 130 AÑOS DE HISTORIA

En un comunicado, el presidente del centro, Carlos Madianes, asegura que la entidad no recibe apoyos económicos de la Xunta desde hace tres años "a pesar de que siempre hubo una buena relación de colaboración" y denuncia que el Ayuntamiento de Barcelona es en la actualidad "la única administración" que colabora económicamente.

El responsable del Centro Galego de Barcelona, fundado en el año 1892, sostiene que la entidad presentó "diversos proyectos" de difusión de la cultura gallega, algunos asociados a la promoción del Xacobeo, pero la falta de "soporte económico" de la Xunta hará que sea "imposible llevarlos a cabo".

CLASES DE GALLEGO EN BARCELONA

Además, el centro apunta a los problemas económicos asociados al desarollo de las actividades que organiza, como las clases de lengua y cultura gallega, que suponen "gastos de profesorado" y de mantenimiento del edificio.

En este sentido, señalan la rehabilitación de la fachada del inmueble donde tiene su sede, la Casa Joan Güell, un edificio del año 1865 obra de Pere Casany que está catalogado como de Interés Urbano en el catálogo de bienes de interés patrimonial de la capital catalana.

MILES DE SOCIOS

"Es impensable que todos esos gastos se puedan cubrir con cuotas de socios o con la ayuda que aporta el Ayuntamiento de Barcelona", incide Carlos Medianes, que sostiene que el consistorio barcelonés es "la única administración que actualmente colabora económicamente con la entidad".

Así las cosas, advierten que la entidad no puede sostenerse exclusivamente en las cuotas de los 3.500 socios con los que cuenta en estos momentos, "la mayoría" de ellos pensionistas y para los que el centro es un lugar "de reunión, convivencia y mantenimiento de los lazos con su tierra de origen".